Chapter Capítulo 23
La decla
La disculpa
Posiblemente, esa mujer, la que aparecía en el video y caminaba por los pasillos del lugar hasta el área de seguridad. Había hecho todo eso simplemente por venganza hacia Taylor. Se había acostado con el jefe. ¿Y qué había obtenido? ¡Por supuesto,
una recompensa muy jugosa!
Lo que Taylor nunca imagino fue que aquella luna de miel, esa ilusión en la que había estado viviendo, no sería eterna gracias a sus propias acciones. Por supuesto había obtenido su merecido de alguna forma bastante extraña, aunque sentí que realmente en ese juicio de brujas no se me había dado la justicia que merecía.
rey
-¡Vaya que tienes ojo para las serpientes!-me burle, me pare y camine un par de pasos hacia el otro asiento donde había dejado mi bolsa colgada–deberías tener un poco más cuidado al momento de elegir a tus zorras.
Arthur no dijo nada, me parecio que estaba bastante dolido, aunque no supe exactamente por qué. ¿Por haber roto con Taylor? ¿Por haber descubierto que le había mentido? ¿O tal vez porque al final de cuentas yo había resultado ser inocente y eso le hería el ego?
-Bien, ha sido una noche como ninguna otra, una cita no se le compararía con nada, de verdad la disfrute, pero tengo que irme, yo sí tengo bastantes cosas que hacer y me gustaría irme, pero tú me prometiste algo, así que…
Me quedé en silencio esperando mi muy anhelada disculpa, pero Arthur ni siquiera se dignó a mirarme, aunque esa imagen que tenía frente a mí, ese hombre sufriendo era quizás toda la recompensa que necesitaba, al menos en ese momento porque la verdad necesitaba mucho más para sentirme complacida con mi venganza. Necesitaba que sintiera impotencia, desesperación, coraje, vergüenza y mucho dolor, los mismos sentimientos que él me había causado. Hacer quedar mal a su amante no bastaba para sentir que había ganado la guerra, ella solo se había puesto la soga al cuello, yo únicamente había asistido a su ejecución en primera fila.
Me di media vuelta, no tenía caso seguir ahí al ver que Arthur no tenía la intención de darme lo que había prometido, quizás él no era un hombre de palabra, así que supuse que era mi momento para escapar de ahí y así evitar que él supiera la dirección de mi departamento, luego de esto jamás volvería a su casa, seguiría con mi vida y cuando
La disculpa
tuviera el dinero necesario le pediria el divorcio.
O
Sabia que, siendo él un hombre poderoso y muy adinerado, me costaría muchos billetes conseguir mi libertad, así que no me quedaba de otra más que seguir ahorrando, aunque la mayor parte de mi vida se fuera en ello.
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-Tenías razón–expreso cuando toque la manija de la puerta. Su voz me sonó como un eco distante, incluso llegue a pensar que se trataba de una obra de mi propia imaginación desesperada, así que gire hacia él. Arthur estaba recargado contra el vidrio de la ventana, muy confiado en que esa cosa resistiría su peso, por supuesto lo odiaba, pero no como para no preocuparme de las estupideces que hacía sin pensar, no era tan desalmada como sus adoradas serpientes–me equivoque al confiar en una arpía que no le importo dañar a su mejor amiga para obtener su puesto. ¿Estás
feliz con eso?
-¿Se supone que eso es una disculpa?– me queje cruzándome de brazos–por favor, sé que puedes hacer algo mejor que eso. ¿No se supone que eres Arthur
Sallow? ¿Qué tanto te cuesta dar una disculpa decente?
Arthur torció el labio y me parecio que gruño como si se tratara de un cachorro enfadado, podría haberme causado ternura de no odiarlo como lo odiaba.
-Bien…- bramo y soltó un sonoro suspiro–disculpame por haberte juzgado mal, at
partir de ahora tienes mi confianza.
-No es lo que esperaba, pero me conformo con ello- suspire- sin embargo, dejame
aclarar una cosa. Yo no necesito de tu confianza y mucho menos de ti ¿Estamos de
acuerdo?
Me di media vuelta, tal y como había sucedido con Taylor aquella primera vez en que
nos encontramos, me fui para rescatar mi dignidad. ¿Quién diablos se creía ese
inepto?
Crei que me seguiría, pero no lo hizo, al menos no al tomar el ascensor y no al bajar
de él, tiempo que aproveche para llamar un taxi de aplicación, ya que mi propio
orgullo no me permitía entrar a su auto y esperarlo como una esposa abnegada.
Cuando llegue a la calle, camine un poco esperando que su chofer no fuera a delatarme con Arthur y luego de diez minutos el taxi llego.
Me sentí a salvo cuando el auto arranco y poco a poco nos fuimos alejando del lugar.
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La culpa
Era como si un gran peso que habla estado sobre mis hombros fuera desapareciendo
y aunque no todo eso que me aquejaba se fue, me sentí más tranquila y aliviada.
Llegue a casa luego de media hora de camino, había tráfico así que al taxi le costó abrirse paso entre la multitud de autos para poder llegar a casa. Pague y luego baje, lo bueno fue que el taxi me dejo en la puerta de mí edifico, así que no tuve que caminar de más. Subí a mi piso y al abrir la puerta arrojé los zapatos al aire, estaba muy cansada, deje mi bolso y sin perder más tiempo, fui a prepararme un café con
che que bien merecía.
Me acerqué a la ventana para mirar desde ahi la vista de la ciudad, era algo que había visto muchas veces en las películas y que siempre había querido hacer, desde ahí observe la ciudad, por supuesto no era la misma vista que había tenido en las residencias de mi padre o incluso en la propiedad de Arthur, pero bastaba sabiendo que lo había obtenido con mi esfuerzo.
Baje la mirada hacia la calle, lo hice por instinto mientras buscaba otro sorbo de mi café, pero al hacerlo, sentí que el café ya no era suficiente para calentar mi cuerpo, puesto que ahí abajo se encontraba el auto del monstruo de mis pesadillas. ¡El muy maldito me había seguido!
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