Potter Girl [Draco Malfoy]

Chapter Capítulo 31



La señora Pomfrey insistió en que Lily se quedara en la enfermería el fin de semana. No discutió, pero no dejo que tirara los restos de su Nimbus. Era una tontería, no podía repararse, pero no pudo evitarlo. Era como perder a uno de sus mejores amigos.

La visitó gente sin parar; todos con la intención de influirle ánimos. Hagrid le envió unas flores llenas de tijeretas y que parecían coles amarillas y, para su sorpresa, Ginny Weasley, sonrojada, apareció con una tarjeta de saludo que ella misma había hecho y que cantaba con voz estridente salvo cuando se cerraba y se metía debajo del frutero.

—Gracias por salvarme.—había dicho sonrojada.—recupérate pronto.

El equipo de Slytherin volvió a visitarla el domingo y junto a Daphne, Hermione y Cassius, no se fueron hasta que llegaba la noche.

No había dicho a nadie acerca del Grim. El hecho era que este se le había aparecido dos veces, ¿acaso la acosaría hasta la muerte? Y luego estaban los dementores. Se sentía humillada cada vez que pensaba en ellos.

Todos decían que eran espantosos, pero nadie se desmayaba al verlos...nadie más oía en su cabeza el eco de los gritos de sus padres antes de morir. Porque sí, ya sabía quien era aquella voz que gritaba. Cuando los dementores se le acercaban, oía los últimos gritos de su madre, su afán por protegerla de Voldemort y las carcajadas de este antes de matarla...

Fue un alivio regresar el lunes al bullicio del colegio, lo cual le obligaba a pensar en otras cosas. Después de una maravillosa clase de pociones, tuvieron Defensa Contra las Artes Oscuras, donde, para placer de los Gryffindor, Lupin había vuelto al aula.

Ciertamente tenía un aspecto de convaleciente. Las túnicas de siempre le quedaban grandes y tenía ojeras. Lily consideró que debió pasar una mala noche de luna llena. Sin embargo, este sonrió a los alumnos mientras se sentaban y prorrumpían en quejas sobre Snape.

Lupin no parecía muy feliz de oír el tema del que les encargo un trabajo y aseguró que no tenían que hacerlo a lo que Lily, Theo y Hermione hicieron una mueca, pues ya lo tenían hecho. Al terminó de su clase, Lupin la llamó:

—Espera un momento, Lily. Me gustaría hablar un momento contigo.

El resto de la clase salió, dejándolos solos. Lily se removió incomoda, no le desagradaba Lupin, pero ningún profesor que no fuera Snape le agradaba mucho.

—Me han contado lo del partido y lamento lo de tu escoba. ¿Será posible arreglarla?

—No, el árbol la hizo trizas.

—Plantaron el sauce boxeador el mismo año que llegue a Hogwarts. La gente jugaba a un juego que consistía en aproximarse lo suficiente para tocar el tronco. Un chico llamado Davey Gudgeon casi perdió un ojo y se nos prohibió acercarnos. Ninguna escoba habría salido airosa...También escuche de los dementores.

—No me sorprende.—dijo Lily con cierta frialdad.

—Creo que nadie había visto nunca tan enfadado al profesor Dumbledore. Están cada vez más rabiosos porque Dumbledore se niega a dejarlos entrar a los terrenos del colegio...Fue la razón por la que te caíste, ¿no?

—Sí, aunque no se porque me afectan tanto.—admitió.

—No tiene nada que ver con cobardía, te afectan más que a cualquiera porque en tu pasado hay cosas horribles que los demás no tienen. Los dementores están entre las criaturas mas nauseabundas del mundo. Infestan...

—Se sobre ellos.—intervino Lily. —Investigue un poco más cuando note que me afectaban tanto. Cuando tengo uno cerca...—su mirada se perdió— oigo el momento en que Voldemort mato a mi madre.

Lupin hizo ademán de querer consolarla, pero finalmente carraspeó y se removió en su lugar.

—Hay algunas defensas que uno puede utilizar contra ellos.—explicó Lupin.— Como el encantamiento patronus que use en el tren, aunque ahí solo había un dementor. Cuantos más hay, más difícil resulta defenderse. Si tu quieres...podría enseñarte.

—Gracias, profesor.—dijo Lily y el sonrió radiante.— pero el profesor Snape ya se había comprometido a enseñármelo.

—Ahh...—su sonrisa se congelo.— ya veo.

Con la promesa de Snape sobre enseñarle el patronus, la esperanza de que tal vez no volvería a oír la muerte de su madre, y la derrota que Ravenclaw infligió a Hufflepuff en el partido de quidditch a finales de noviembre, el estado de animo de Lily mejoró mucho. Slytherin tenía posibilidades de ganar y Lily entrenaba con su equipo, estrenando su Nimbus 2.001 con fresas pintadas, obsequio de Draco del año pasado.

Dos semanas antes de que terminara el trimestre, el cielo se aclaró de de repente, volviéndose de un deslumbrante blanco opalino. Hermione había decidido quedarse esa navidad en Hogwarts con Theo y conmigo, aunque, sorprendentemente, Draco y Blaise también se quedarían.

Para satisfacción de todos, estaba programada otra salida a Hogsmeade para el último fin de semana del trimestre.

—¡Podemos hacer allí todas las compras de navidad!—exclamó Hermione.— ¡A mis padres les encantaría el hilo dental mentolado de Honeydukes!

Lily había decidido que pasaría el día leyendo sobre el encantamiento patronus. La mañana del sábado de la excursión, se despidió de Theo y Hermione, envueltos en capas y bufandas. Cuando emprendió camino a su sala común, la tomaron bruscamente de los brazos y la llevaron hasta detrás de la estatua de una bruja tuerta y jorobada.

—¿Pero qué...? ¿Qué quieren ustedes dos?—cuestionó Lily, cruzándose de brazos.

—Hola a ti también.—saludaron los gemelos Weasley con una sonrisa.

—Yo soy Fred —dijo uno.

—Y yo George.

—Somos los gemelos Weasley, —sonrieron e hicieron una reverencia.— A tus ordenes, princesa Potter.

Le señaló con la cabeza un aula vacía que estaba a la izquierda de la estatua. Aún indecisa, entró detrás de ambos y George cerro la puerta sigilosamente, y se volvió, mirando a Lily con una amplia sonrisa.

—Un regalo navideño por adelantado, Lily.

Fred sacó algo de debajo de la capa y lo puso en una mesa, haciendo con el brazo un ademán rimbombante. Era un pergamino grande, cuadrado, muy desgastado. No tenía nada escrito.

—¿Qué es?

—Esto, Lily, es el secreto de nuestro éxito.—dijo George acariciando el pergamino.

—Nos cuesta desprendernos de él—dijo Fred— pero anoche llegamos a la conclusión de que tú lo necesitas más que nosotros y aparte sería un buen agradecimiento por ser buena con Ginny aunque Ron sea un imbécil.

—Sí, de todas formas, nos lo sabemos de memoria. Tuyo es. A nosotros ya no nos hace falta.—dijo George.— Veras, Lily...cuando estábamos en primero...y éramos jóvenes, despreocupados e inocentes...

—Todo sigue igual, pero dudo que alguna vez fueran inocentes.—se burló Lily y ambos sonrieron lobunamente.

—...tuvimos un pequeño problema con Filch.

—Tiramos una bomba fétida en el pasillo y se molesto.

—Así que nos llevo a su despacho y amenazó con lo habitual.

—Castigo...

—Descuartizamiento...

—...y fue inevitable que viéramos en uno de sus archivados en un cajón que ponía «Confiscado y altamente peligroso»

—George se encargo de distraerlo lanzando otra bomba fétida, yo abrí a toda prisa el cajón y tome...esto.

—No fue tan malo como parece. Creemos que Filch no sabía utilizarlo. Probablemente sospechaba lo que era, porque si no, no lo habría confiscado.

—¿Y saben usarlo?

—Sí.—dijo Fred sonriendo con complicidad.— Esta pequeña maravilla nos ha enseñado más que todos los profesores del colegio.

George sacó la varita, toco el pergamino y pronunció:

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

E inmediatamente, a partir del punto que había tocado la varita empezaron a aparecer unas finas líneas de tinta, como filamentos de telaraña. Se unieron unas con otras, se cruzaron y se abrieron en abanico en cada una de las esquinas del pergamino. Luego empezaron a aparecer palabras en la parte superior. Palabras en caracteres grandes, verdes y floreados que proclamaban:

Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta

proveedores de artículos para magos traviesos

están orgullosos de presentar

EL MAPA DEL MERODEADOR

Lily sintió de pronto, una tremenda emoción que no supo describir. El mapa mostraba cada detalle del castillo y sus terrenos, pero lo más extraordinario eran las pequeñas motas de tinta que se movían por el, cada una etiquetada con un nombre escrito en letra minúscula.

—Hay siete pasadizos hacia Hogsmeade.—dijo Fred— Ahora bien, Filch conoce estos cuatro —los señaló— pero nosotros estamos seguros de que nadie más conoce estos otros. Este de aquí te lleva directamente al sótano de Honeydukes.

—Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta.—suspiró George.—Les debemos tanto..

—Hombres nobles que trabajaron sin descanso para ayudar a una nueva generación de quebrantadores de la ley.

—Bien.—añadió George.— No olvides borrarlo después de haberlo utilizado.

—De lo contrario, cualquiera podría leerlo.

—No tienes más que tocarlo con la varita y decir: «¡Travesura realizada!» y se quedará en blanco.

—Así que, joven Lily.—dijo Fred imitando a Percy.—pórtate bien.

—Nos veremos en Honeydukes.—George le guiño un ojo.

—¿Porqué hacen esto?—pregunto Lily y ambos se miraron.

—Siempre nos has agradado.—admitió Fred.— una pena que no quedarás en nuestra casa.

—Sí, —dijo George.— realmente nunca nos meteríamos contigo y nos irrita Ron cada que se queja de ti, pero cuando salvaste a nuestra Ginny...

—Fue ahí que decidimos que deberíamos compensártelo. Nuestro hermano siempre es tan imbécil y aún así fuiste tan...

—...valiente de salvar a nuestra hermana.

—Tómalo como el inicio de nuestra amistad.—dijeron ambos con una gran sonrisa para después salir sin dejarla responder.

Pese a tener la oportunidad de escaparse a Hogsmeade, Lily decidió que no tenía sentido el arriesgarse a ir solo por ver un pueblo que podría ver en cualquier otra oportunidad. No era tan temeraria como para salir al pueblo sin permiso aún sabiendo que un prófugo de Azkaban la estaba buscando y no precisamente para saludarla.

El mapa del merodeador ciertamente fue una fabulosa adquisición para ella, se imaginó cientos de posibilidades para ella. La biblioteca para ella sola en cualquier momento de la noche sin que la atraparan. Tentador.

Al día siguiente, todos los alumnos se fueron a sus vacaciones de invierno, excepto los que habían decidido quedarse. Durante el desayuno, Lily se sentó con Theo y Hermione en la mesa de esta. No había problema porque no había casi nadie. Hermione lucía ansiosa.

—¿Qué pasa?—pregunto Lily.

—Estábamos en las Tres Escobas y escuchamos una platica de el ministro con McGonagall y otros profesores, hablaban sobre Black y su traición a tu familia—explicó Theo en un suspiro.

—Oh.—dijo Lily.—Ya veo.

—Escucha, Lily.—dijo Hermione con suavidad.— Debes estar realmente disgustada con lo que ocurre, pero no debes hacer ninguna tontería.

—¿Cómo que?—dijo Lily.

—Como ir detrás de Black.—dijo Hermione, tajante.— No lo harás, ¿Verdad que no, Lily? Porque no vale la pena morir por Black.

—¿Sabías que lo que oigo y veo cuando un dementor se me acerca es a mi madre gritando e implorando a Voldemort antes de su muerte?—pregunto Lily con tranquilidad.

—Gracias por hacer más dramático el asunto.—suspiro Theo al ver como Hermione se alteraba más. Lily sonrió divertida.

— De nada.

—No puedes hacer nada.—dijo Hermione afligida.— Los dementores atraparán a Black, lo mandarán otra vez a Azkaban...¡y se llevará su merecido!

—Aunque Fudge dijo que a Black no le afecta Azkaban como a la gente normal, parece no ser un castigo para el.— comentó Theo.

—¡Theo!—regañó Hermione y ambos Slytherin hicieron lo posible por contener una carcajada.— Se hará justicia y Lily no hará nada, ¿verdad?—la miro— ¿O acaso quieres...matar a Black?

—Relájate, Hermione. No voy a ir en busca de el, no sería rival, aunque bueno, nada podría ser peor que Voldemort, ¿cierto?—ladeó la cabeza.— en todo caso, si pudiera matarlo lo haría, pero no iré yo misma hacia él así que relájate, solo te estamos molestando un poco.—aseguró.

—¡No hagan eso!—se quejo Hermione.— ¡Estoy hablando muy en serio sobre esto!

—Lo sabemos, Hermione.—dijo Theo y la miro— pero parece que tu has olvidado una cosa muy importante sobre Lily.

—¿Qué cosa?—pregunto Hermione, confundida.

—Que Lily es una Slytherin, —respondió Theo— y nosotros las serpientes solo atacamos cuando ya tenemos todo planeado y es poco probable que salgamos perdiendo.

—Exacto.—asintió Lily.

Hermione rodó los ojos, divertida, y no dijo más. Sin embargo, el resto del desayuno, Lily se quedo pensando...¿Qué haría si se encontraba con Sirius Black?


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