Chapter Capítulo 30
Durante los días siguientes, en el colegio no se hablo de otra cosa que de Sirius Black. Habían quitado de la pared el lienzo rasgado de la señora gorda y lo habían remplazado con el retrato de Sir Cadogan y su pequeño y robusto caballo gris. Esto no le hacía a ningún Gryffindor mucha gracias, pues se pasaba la mitad del tiempo retando a duelo a todo el mundo y la otra mitad inventando contraseñas ridículamente complicadas que cambiaba al menos dos veces al día.
Por otra parte, a Lily la vigilaban muy de cerca. Los profesores buscaban disculpas para acompañarla por los corredores y Cassius le seguía los pasos por todas partes como un fiel perro guardián. Finalmente, Snape la había citado en su despacho para hablar con ella sobre Black, pero esta rápidamente le había dicho que ya sabía todo, por lo que quedaron en que se mantendría con su corte cerca en todo momento.
El tiempo empeoró conforme se acercaba el primer partido de quidditch. Luego, en la sesión final de entrenamiento que precedió al partido del sábado, Marcus Flint comunicó a su equipo una noticia:
—No jugaremos contra Gryffindor, sino contra Hufflepuff.
—¿Porqué?—preguntaron todos.
—La excusa de Wood es que su buscador esta algo lastimado desde su clase de aparición y tiene un permiso de Pomfrey, aunque dentro de mi me pregunto si no será porque este clima no les favorece...
—Maldición.—masculló Adrian.— Hemos practicado todos estos movimientos suponiendo que íbamos a jugar contra Gryffindor, y en su lugar tenemos a Hufflepuff, y su estilo de juego es muy diferente. Tienen un nuevo capitán buscador; Cedric Diggory...
De repente, Daphne, Vanity y Parkinson, quienes estaban cerca para verlos entrenar, soltaron una carcajada.
—¿Qué?—pregunto Marcus.
—Es ese chico alto y guapo, ¿verdad?—pregunto Vanity.
—¡Y tan fuerte y callado!—añadió Pansy y volvieron a reírse.
—Es callado porque no es lo bastante inteligente para juntar dos palabras.—dijo Bletchley.— No se que te preocupa, Marcus. Los Hufflepuff son pan comido, la última vez nuestra reina atrapo la snitch en cinco minutos.
—Aún así, no quiero que se confíen. Tengo un mal presentimiento.—dijo Marcus con seriedad.
El día anterior al partido, el viento se convirtió en un huracán y la lluvia cayó con más fuerza que nunca. Estaba tan oscuro dentro de los corredores y las aulas que se encendieron más antorchas y faroles.
Cuando llego la hora de la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, Lily se sorprendió al ver que Snape estaba ahí, pero ni ella ni ninguno de sus compañeros Slytherin, dijeron nada. Cuando la clase ya debía empezar, la puerta se abrió y Weasley entró apresuradamente.
—Lamento llegar tarde, profesor Lupin. Yo...
—La clase ha comenzado hace diez minutos, Weasley. Así que creo que descontaremos a Gryffindor diez puntos. Siéntate.
—¿Dónde está el profesor Lupin?
—No se encuentra bien para dar clase hoy. Creo que te he dicho que te sientes.
—¿Qué le ocurre?
Los Slytherin rodaron los ojos. Weasley nunca sabía cuando parar.
—Nada que ponga en peligro su vida.—dijo como si deseara lo contrario.—Cinco puntos menos para Gryffindor y si tengo que volver a decirte que te sientes serán cincuenta.
Weasley se sentó. Snape miró a la clase.
—Bien. El profesor Lupin no ha dejado información alguna acerca de los temas que han estudiado hasta ahora...
—Hemos estudiado los boggarts, los gorros rojos, los kappas y los grindylows.—informó Hermione rápidamente. Lily y Theo suspiraron cansadamente, sabiendo lo que se avecinaba.— y estábamos a punto de comenzar...
—Cállate.—dijo Snape fríamente.— No te he preguntado. Solo comentaba la falta de organización del profesor Lupin.
—Es el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido.—dijo Dean Thomas con atrevimiento. Los Gryffindor expresaron su conformidad con murmullos y Snape puso el gesto más amenazador que le habían visto.
—Son fáciles de complacer. Lupin apenas les exige esfuerzo...Yo daría por hecho que los de primer curso son ya capaces de manejarse con los gorros rojos y los grindylows. Hoy veremos...los hombres lobo.
Durante la clase, Snape solicito un escrito de dos pergaminos sobre maneras de reconocer y como matar a un hombre lobo.
Estaba de más decir que esa misma tarde, Theo, Lily y Hermione, identificaron al profesor Remus Lupin como un hombre lobo.
Al día siguiente, Lily se despertó muy temprano. Tan temprano que todavía estaba oscuro. Eran las cuatro y media de la mañana. Sabiendo que no lograría dormirse de nuevo, se levantó, duchó, vistió, tomó su Nimbus 2.000 y salió de su habitación dando un bostezo.
El ruido de la tormenta era más fuerte en la sala común, aunque sabía que no cancelarían el partido por una nimiedad como una tormenta. Se mantuvo en silencio viendo el fuego de la chimenea. Pensaba en los Horrocrux, en cuantos podrían haber y si tenían razón en considerar que ella era uno, pues eso explicaría que hablara Pársel.
Pensó también en Dumbledore, el anciano director con aspecto de amable abuelo pero que era realmente un buen titiritero en este gran teatro. También pensó en sus padres, ¿estarían orgullosos de ella? No estaba segura...
Cuando pareció que ya era hora del desayuno, Lily se levantó y salió de la sala común rumbo al Gran Comedor. Después de su delicioso bagel con queso crema y mermelada, ella estuvo lista. Media hora más tarde, todo el equipo había desayunado y corrían por el césped hasta el campo de quidditch, con la cabeza agachada contra el feroz viento que arrancaba los paraguas de las manos.
Se colocaron las túnicas esmeraldas y Marcus les indicó que lo siguieran. El viento era tan fuerte que se tambalearon al entrar en el campo. A causa del retumbar de los truenos, no podían saber si la multitud los aclamaba.
Los Hufflepuff se aproximaron desde el otro extremo del campo, con la túnica amarillo canario. Los capitanes se acercaron y se estrecharon la mano. Wood sonrió amable, Marcus lo miró fríamente.
La señora Hooch se llevó el silbato a los labios y dio un pitido que sonó distante y estridente. Dio comienzo al partido. Lily se elevó rápidamente, pero su escoba oscilaba a causa del viento. La sostuvo tan firmemente como pudo. Al cabo de cinco minutos, Lily estaba calada hasta los huesos y helada de frío. Apenas podía ver a sus compañeros y menos a la snitch.
Atravesó el campo sin entender lo que sucedía. El viento no le permitía oír los comentarios. En dos ocasiones estuvo a punto de ser derribada por una bludger. Perdió la noción del tiempo. El cielo se oscureció, como si hubiera llegado la noche en plena mañana. En otra ocasión estuvo a punto de chocar contra otro jugador; que no sabía si era de su equipo, apenas y podía distinguirlos.
Con el primer relámpago llegó el pitido del silbato de la señora Hooch. Todo el equipo aterrizo.
—¡He pedido tiempo muerto!—grito Marcus— Vengan aquí debajo.
Se apiñaron en el borde del campo, debajo de un enorme paraguas.
—¿Cuál es la puntuación?
—Cincuenta puntos a nuestro favor. Pero si no atrapamos la snitch, seguiremos jugando hasta la noche.
—Estoy en ello.—dijo Lily.
—¡De acuerdo, vamos a ellos!—dijo Marcus.
Nuevamente en el aire, Lily andaba a toda velocidad hasta que brilló otro rayo, seguido por el retumbar de un trueno. La cosa se ponía más peligrosa. Otro relámpago ilumino las gradas y Lily vio algo que la distrajo completamente: la silueta de un enorme y lanudo perro negro, inmóvil en la parte superior y más vacía de las gradas.
Las manos entumecidas resbalaron por el palo de la escoba y la Nimbus descendió varios metros. Retirándose el cabello de los ojos, volvió a mirar hacia las gradas: el perro había desaparecido.
Giró el rostro y casi se atraganta al ver a Cedric Doggory atravesar el campo a toda velocidad, y entre ellos, en el aire cuajado de lluvia, brillaba una diminuta bola dorada. Con un sobresalto, Lily pegó el cuerpo al palo de escoba y se lanzó hacia la snitch como una bala.
Pero algo extraño pasaba. Un inquietante silencio caía sobre el estadio. Ya no se oía el viento, aunque soplaba tan fuerte como antes. Entonces, le penetró en el cuerpo una ola de frío horrible y ya conocida, exactamente en el momento en que veía algo que se movía por el campo, debajo de ella.
Antes de que pudiera pensar, Lily había apartado la vista de la snitch y mirado hacia abajo. Había al menos cien dementores, con el rostro tapado y todos señalándole. Fue como si le subiera agua helada por el pecho y le cortara por dentro. Y entonces volvió a oírlo...Alguien gritaba dentro de su cabeza...una mujer...
—A Lily no. A Lily no. A Lily no, por favor.
—Apártate, estúpida...apártate...
—A Lily no. Te lo ruego, no. Tómame a mí. Mátame a mí en su lugar...
A Lily se le había enturbiado el cerebro con una especie de neblina blanca. ¿Qué hacía? ¿Porqué montaba en una escoba? Tenía que ayudarla. La mujer iba a morir; la iban a matar...Lily caía, caía entre la niebla helada.
—A Lily no, por favor. Ten piedad, te lo ruego, ten piedad...
Alguien con voz estridente estalló en carcajadas. La mujer gritaba y Lily no se enteró de nada más.
—Ha tenido suerte de que el terreno estuviera blando.
—Creí que se había matado.
Lily oía las voces, pero no encontraba sentido a lo que decían. Lo único que sabía era que le dolía cada centímetro del cuerpo como si le hubieran dando una paliza.
Abrió los ojos de repente, recordando a los dementores. Estaba en la enfermería. El equipo de Slytherin, lleno de barro, rodeaba la cama. Cassius, Hermione y Daphne estaban allí también y parecían haber salido de la ducha.
—¡Lily! —exclamó Draco tomando su rostro con suavidad—¿Cómo te encuentras?
—¿Qué sucedió?—dijo incorporándose de la cama, tan de repente que los demás ahogaron un grito.
—Te caíste.—explicó Marcus.— Debieron ser...¿cuántos? ¿Veinte metros?
—Creímos que te habías matado.—dijo Daphne, temblando. Hermione dio un gritito. Tenía los ojos rojos.
—Pero el partido, —dijo Lily— ¿Cómo acabó? ¿Se repetirá?
Nadie respondió.
—¿P-Perdimos?
—Diggory atrapó la snitch.—respondió Marcus.— poco después de que te cayeras. No se dio cuenta de lo que pasaba. Cuando miró hacia atrás y te vio en el suelo, quiso que se anulara. Quería que se repitiera el partido. Pero ganaron limpiamente, hasta yo debo admitirlo.
Lily acercó la cara a las rodillas y se tomó el pelo con las manos. Cassius le puso la mano en el hombro y la zarandeó un poco.
—Vamos, Lily, es la primera vez que no atrapas la snitch.
—Tenía que ocurrir alguna vez.—dijo Blaise.
—Todavía no ha terminado.—dijo Bletchley.—Hemos perdido por cien puntos, ¿no? Si Hufflepuff pierde ante Ravenclaw y nosotros ganamos a Ravenclaw y Gryffindor...
—Hufflepuff tendrá que perder al menos doscientos puntos.—dijo Theo.
—Pero si ganan a Ravenclaw...
—Eso no puede ser. Los de Ravenclaw son muy buenos.
—Pero si Gryffindor pierde ante Hufflepuff...
—Todo depende de los puntos...Un margen de cien, en cualquier caso...
Lily guardo silencio, por primera vez había perdido un partido. La señora Pomfrey llegó para mandarles que la dejaran descansar.
—Luego vendremos a verte.—dijo Marcus.— No te tortures, Lily. Sigues siendo nuestra pequeña snitch, nuestra mejor buscadora.
El equipo y Cassius, salieron en tropel, dejando el suelo manchado de lodo. La señora Pomfrey cerró la puerta detrás del último, con cara de mal humor. Daphne y Hermione se acercaron un poco más a la cama de Lily.
—Dumbledore estaba muy enfadado.—dijo Hermione con voz temblorosa.—Nunca lo había visto así. Corrió al campo mientras tú caías, agitó la varita y entonces se redujo la velocidad de tu caída. Luego apunto a los dementores y les arrojo algo plateado. Abandonaron inmediatamente el estadio...Le puso furioso que hubieran entrado al campo...lo oímos...
—Entonces te puso en una camilla— explicó Daphne— Y te llevó al colegio flotando en ella. Todos pensaron que estabas...
Su voz se apagó, pero Lily apenas se dio cuenta. Pensaba en lo que le habían hecho los dementores, en la voz que suplicaba. Alzo los ojos y vio a sus amigas tan preocupadas que rápidamente busco algo que decir.
—¿Recogieron mi Nimbus?
Ambas se miraron.
—¿Qué pasa?
—Bueno, cuando te caíste...se la llevó el viento.—dijo Hermione con voz vacilante.—Y chocó...chocó contra el sauce boxeador.
Lily sintió un pinchazo en el estomago.
—¿...Y...?
—Bueno, ya sabes que al sauce boxeador no le gusta que lo golpeen.—dijo Daphne.
—El profesor Flitwick la trajo poco antes de que recuperaras el conocimiento.—explicó Hermione en voz muy baja.
Se agachó muy despacio para tomar una bolsa que había a sus pies, le dio la vuelta y puso sobre la cama una docena de astillas de madera y ramitas, lo que quedaba de la fiel y finamente abatida escoba de Lily.