EI Centímetro

Capítulo 242

Aquel momento me dejó algo confundida y le pregunté: “¿Qué pasa, ya no quieres o qué?” Sus labios capturaron los mios antes de que pudiera continuar, no fue un beso profundo, solo lo suficiente para silenciarme. Después de un momento, susurró: “Si quiero.”

No pude evitar sonreír, y sentí cómo mi cara se calentaba. Jorge también… Aunque su tono bronceado no lo hacía tan obvio, sus orejas se enrojecieron claramente. Nos quedamos así de pie, sin decir nada más. Fue un poco incómodo, pero ninguno de los dos hizo el intento de soltarse. Era ese olor agridulce del amor, pegajoso, pero que nos hacia no querer separarnos. Queríamos acercarnos más, pero éramos demasiado timidos para hacerlo. ¿Acaso pasaría toda la noche así, simplemente abrazada a Jorge? No, mis piernas ya empezaban a entumecersey la espalda me dolía.

“Este…”

“Quizás…”

Jorge y yo hablamos al mismo tiempo, lo que solo sirvió para hacernos callar de nuevo por la vergüenza. Justo cuando ambos estábamos a punto de intentarlo de nuevo, sono mi teléfono. Jorge me soltó y yo saqué rápidamente el móvil, viendo que era Virginia quien llamaba. Esa mujer, que raramente me devolvía las llamadas y eligió el momento perfecto para hacerlo.

“Este, voy a contestar.” Dije mientras señalaba la puerta de mi casa.

“Bien, ¡buenas noches!” Fue lo segundo que dijo Jorge.

“Oh, buenas noches.” Contesté rápidamente, girándome y sacando la lengua.

No era mi primer romance, pero en ese momento, mi corazón latía fuerte y rápido. Al entrar, me apoyé en la puerta y contesté la llamada de Virginia.

“¿Por qué tardaste tanto en contestar? ¿No estarías haciendo algo malo, verdad?” Virginia siempre tenía una manera precisa de ponerme en aprietos.

Guardé silencio unos segundos y le dije: “Tengo una buena noticia para compartir contigo.”

“¿Me dejas adivinar?” Virginia dijo juguetonamente.

Sonrei, mientras ella añadia: “¿No será que tú y Jorge ya hicieron oficial lo suyo?”

“Sí, justo ahora.” Mi respuesta dejó a Virginia sin palabras al otro lado de la línea. Fruncí el ceño preguntándole: “¿Qué pasa? Siempre has estado empujándome a estar con él, ¿por qué ahora te quedas callada?”

“Estoy viendo si mi saldo bancario alcanza para darte un regalo de bodas.” La respuesta

de Virginia me hizo suspirar aliviada y también reir.

“Vaya, ¿plensas gastar te todos tus ahorros en mi?” Entré al juego con ella.

Claro, y cuando me case, tienes que devolverme el doble.” Dijo Virginia, dejándome sin palabras.

Solté un “ah,” “Doctora de la Fuente, qué astuta eres.”

“No es que sea astuta, es que hoy en día mucha gente no se casa por amor o para estar juntos para siempre, sino por dinero.” La declaración de Virginia fue un golpe a mis convicciones.

No pude evitar mostrar mi escepticismo: “Déjate de historias, ¿quién haría algo así?” “En mi trabajo hubo una pareja que hizo exactamente eso. Se casaron la semana pasada, todos contribuimos con regalos, hicieron la fiesta de boda y esta semana se divorciaron. Alguien grabó su conversación planeándolo todo y lo subió a internet.” Explicó Virginia con lujo de detalles.

No supe qué decir, miré hacia el techo, viendo el espectáculo de luces que Jorge había preparado para mí y dije: “Quizás algunos lo hagan, pero Jorge y yo no.”

Sé que ustedes son un amor puro y verdadero.” Virginia no pudo terminar su frase cuando mi celular vibró.

Tenía un mensaje en WhatsApp de Pol.

Ya te dormiste, chica?”

Frunci el ceño, y luego llegó otro mensaje ¿Vas a venir mañana a casa de mi papá? Quieres que vayamos juntos?