Dejé de Amarte

Chapter Capítulo 105



Capítulo 105 

Valentina se sobresaltó y, sin pensar, retrocedió un par de pasos. 

Alejandro estaba secándose el cabello con una toalla, mirándola con calma. “¿Te asusté?” 

“No sabía que hablas vuelto.” Valentina se giró para Irse. “Voy a dormir con la abuela. Descansa.” 

En un instante, un brazo la agarró con fuerza, “¿Quién dijo que te puedes ir?” 

Alejandro dejó la toalla a un lado y la atrajo hacia él, bajando la cabeza para besarla. 

Los ojos de Valentina destellaban de ira mientras intentaba resistirse. 

En la lucha, la toalla que él llevaba atada a la cintura cayó al suelo. 

Él tomó su mano y la colocó sobre él. 

Valentina se sintió avergonzada y furiosa, su palma ardia como si hubiese tocado fuego. 

Alejandro parecía complacido con su reacción, una sonrisa se dibujaba en sus ojos. 

En un torbellino de sensaciones, Valentina fue levantada y colocada en la cama, donde él volvió a besarla. 

Esa noche él parecia especialmente paciente, con un toque de deleite, acariciandola poco a poco. 

Al ver las cicatrices de una cirugía en su cuerpo, Alejandro se detuvo por un momento antes de inclinarse a besarlas. 

Valentina tembló de pies a cabeza. 

Intentó resistirse sin éxito, Alejandro estaba decidido. Cuanto más luchaba, más implacable se volvia. 

Valentina no tuvo más remedio que ceder. Esquivó sus besos y, con la respiración entrecortada, dijo, “Las pastillas son malas para la salud, no las tomare más. ¡Usa protección!” 

Antes, Valentina siempre cedía a Alejandro, optando por tomar ella misma las pastillas. 

Su vida intima era frecuente, y con ello, el consumo de pastillas, lo cual era perjudicial para la salud. 

Pero ella amaba a Alejandro, así que nunca lo consideró un problema. 

Sin embargo, las cosas habian cambiado. Incluso si se vela obligada a estar con él, no volvería a tomar pastillas 

Alejandro pensó que ella estaba siendo caprichosa, tratando de apaciguarla mientras la besaba, “No tenemos protección en casa, por hoy hagámoslo sin ella, mañana mandaré a comprar.” 

“¡No!” Valentina comenzó a resistirse con más fuerza. “Sin protección no pienso dejarte tocarme!” 

Alejandro se detuvo, sorprendido, y la miró fijamente. “¿Es que realmente no quieres estar conmigo y por 

eso buscas excusas?” 

Valentina dejó la pregunta sin respuesta. “Si realmente te importa tanto, ve con otra persona. ¿No está Nieve al lado?” 

Alejandro perdió el interés de inmediato, un frio reemplazó el deseo en sus ojos. “Valentina, ¿qué es lo que realmente quieres?” 

“¿Importa lo que yo quiera?” Valentina lo miró. “Sr. Nortes.” 

La mirada de Alejandro sé volvió gélida. “Parece que es hora de recordarte quien eres, Sra. Nortes.” 

Lo que siguió fue inesperado. 

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Capitulo 105 

Valentina no estaba preparada en lo más minimo, agarrando las sábanas y frunclendo el ceño de dolor. 

Cuanto más resistía, más cruel se volvía Alejandro. “Sra. Nortes, si no puedes soportarlo, solo grita.” 

Valentina, reprimiendo las lágrimas de humillación, giró la cabeza. 

Alejandro liberó una mano para girar su rostro hacia él. “¿Qué, no quieres verme? ¿O quizás deseas que en este momento no sea yo sino Maximo Quintana quien esté contigo?” 

“¡Plaf!” 

El sonido de una bofetada cortó la tensa atmósfera. 

Ambos se quedaron sorprendidos. 

Valentina sintió sus dedos enturecidos, mirándolo con los labios apretados. 

Alejandro soltó una risa fria, sujetando sus manos sobre la almohada. 

Lo que siguió fue una posesión aún más intensa. 

Valentina fue agotada durante toda la noche, sin saber cómo logró quedarse dormida cuando ya amanecía. Alejandro despertó a las nueve. 

Lo primero que vio fue el rostro exhausto de Valentina dormida. 

Pasó su mano suavemente por su mejilla, recordando su obstinación de la noche anterior. 

Esa noche había sido larga, extendiéndose hasta el amanecer. 

Su cuerpo estaba satisfecho, pero su corazón se sentia pesado. 

Ella se había resistido todo el tiempo. 

Después de tanto tiempo, su ira aún no se había disipado, lo que mostraba cuán fuerte era el carácter de su 

esposa, 

Pero no importa, el enfado siempre se disipa con el tiempo. Una vez todo vuelva a la normalidad, su vida matrimonial también recuperará la alegria de antes. Penso


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