Chapter Capítulo 36
Ni en la muerte me detendrán
Capítulo 36 Señor Armando, por favor, compórtese
Armando parecia molesto mientras fulminaba con la mirada a Lázaro.
-Ve a cambiar de lugar con Narciso él es mucho más despierto que tú.
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Aunque no lo regañó, Lázaro se sintió molesto en el fondo de su corazón, pero se arrodilló y agradeció la instrucción. ¡Llevaba casi siete años al lado de Armando! Y ahora Armando lo dejaba de lado por una prometida a la que ni siquiera amaba. Pero, por supuesto, no se atrevió a decir nada y se limitó a obedecer. todas las órdenes.
Clotilde pensó que aquello era ridiculo. Se soltó de Armando y le dijo con frialdad:
-Ya no somos novios, Señor Armando, ipor favor, comportesel
Las despiadadas palabras de Clotilde congelaron la expresión de Armando, Cuando vio que los demás los miraban, apretó los dientes y arrastró a Clotilde fuera.
¡Mujer sin corazón! Te estoy ayudando! Si no fueras mi prometida, Imañana Jaime destruiria a toda tu familia!
Clotilde rio con frialdad:
-¿Te he pedido ayuda? ¡No eres más que un entrometido! -Sin él, ella habría salido viva de todos modos, aunque quizá no con tanta facilidad.
Pero seguía sin necesitar su ayuda. Con ese pensamiento en mente, sacudió la mano de Armando con violencia. Esta mujer iba a volver loco a Armando.
-¡Claro! ¡Qué estúpido! Fue culpa mia que corriera en su auxilio en cuanto escuchó que ella estaba en peligro, ¡y al final ni siquiera le importó!–
Pero cuando vio que Clotilde se alejaba rápido y casi desaparecía en la noche, ¡Armando se maldijo y fue tras ella!
-¡Qué estás haciendo! -gritó de repente Clotilde, porque Armando le habia puesto de repente una mano alrededor de la cintura y le habia levantado los pies del suelo.
-¿Qué estoy haciendo? Te estoy llevando de vuelta! Si no, donde crees que vas tú sola a estas horas de la noche? -Sintió que parecía demasiado desvergonzado al pegarse así a ella, así que añadió: Mi madre se enfadaria si te pasara algo, si no, icrees que me preocuparia por si estás viva o muerta?
Clotilde pensó que, en efecto, había venido por el bien de su madre. Se alegró de que no se hubiera hecho una idea equivocada. Si Armando supiera que Clotilde creeria cualquier cosa que dijera, quizás la estrangularía hasta matarla de rabia. Cuando vio que Armando conducía hacia la residencia Santillana, Clotilde no pudo evitar decir:
-No vayas a la residencia Santillana.
Armando enarcó una ceja.
-Si no quieres ir a la residencia Santillana, entonces adónde?
Clotilde estaba un poco herida y no quería volver. De todos modos, Helena descubriría que se había
Capitulo 36 Señor Armando, por favor, comportese
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en el departamento alquilado a que Helena la encontrara herida. Después el departamento estaba listo para que ella se mudara.
Entonces Clotilde dio indicaciones para llegar a su departamento y dijo con cara scria,
-Es muy tarde, no quiero que mi padre se preocupe. Pero como no quiero quedarme en el albergue de la escuela el próximo semestre, he alquilado un departamento a las afueras de la escuela. Ve alli.
Armando frunció las cejas.
-¿Clotilde quiere quedarse sola en otro sitio?»,
Miró a Clotilde. Antes su espeso flequillo le tapaba los ojos y no estaba tan mal, pero ahora desprendia un aura totalmente distinta. Sus rasgos afilados e hipnotizadores, sus ojos centelleantes bastaban por si solos para hacer tropezar a la gente, pero ella no queria quedarse en el albergue de la escuela, y los Santillana estaban de acuerdo?
-¿Así trataban los Santillana a su prometida?–.
Armando ignoró lo que ella decia y empezó a conducir hacia su propia casa. Ya que no queria ir a la residencia de los Santillana, ipodria ir a la casa de los Farias! Al ver que Armando no la escuchaba, Clotilde preguntó con frialdad:
-¿A dónde me llevas?
Armando soltó un tarareo y dijo:
-¡Esta noche vienes a mi casa, me da igual lo que te pase mañana!
lr a su casa? ¡Por encima de mi cadáver!.
Clotilde no quería más interacciones innecesarias con Armando. Gritó con frialdad:
-A partir de ahora no te tiene que importar lo que me pase, ipara el auto!
Armando la ignoró y siguió conduciendo hacia Villa Hamamelis y ya tenía cerradas las puertas del auto. Clotilde empezó a enfadarse y respiró con dificultad: icómo no se habia dado cuenta en su vida anterior de que Armando era tan entrometido! Había muy pocos autos en la carretera a esas horas, así que de repente Clotilde tomó una aguja y le apuntó al cuello.
Ya sabes de lo que soy capaz. Si no quieres que te apuñale con esta aguja, Ipara el auto!!
Armando se enfureció más al escucharla amenazarlo, y de inmediato pisó el freno, agarrándole la mano y tirando de ella hacia sus brazos. Clotilde no esperaba que Armando fuera tan fuerte. Intentó defenderse, pero Armando la sujetaba con fuerza. Le susurró peligrosamente al oído:
-Parece que no vas a parar si no te doy una lección, ¿eh?
Clotilde no podia mover las manos y su cuerpo estaba apretado contra el de él. Miró la cara de Armando a escasos centímetros, y de repente sintió miedo. De repente se dio cuenta de que tenía miedo de Armando, imiedo de que volviera a pasar algo entre ellos! Así que empezó a forcejear con más fuerza.
Armando la abrazó con fuerza, las curvas del cuerpo de ella rozaban su cuerpo a través de la fina tela de su ly su fria fragancia se convirtió en fuego cuando él la respiro! Al ver que Clotilde intentaba escapat d con todas sus fuerzas, de repente se sintió extrañamente furioso por eso y, sin pensarlo, se inclino y le
ropa,
Capitulo 36 Señor Armando, por favor, comportese
besó los labios.
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Clotilde abrió mucho los ojos. El olor varonil de Armando le llegó a las fosas nasales, aquel olor claro y seco, como la luz del sol. Y el calor de su cuerpo pronto iba a derretirle los brazos….
El esfuerzo por mover su cuerpo hizo que Clotilde gimiera de forma inconsciente, y ahora que estaba sentada en su abrazo y abrazada con fuerza, el movimiento de su cuerpo hacía que el ambiente se calentara aún más, icuanto más se movía, más se calentaba!
Armando tampoco estaba en la posición más cómoda, isi hubiera sabido lo dulce que sabía no la habría besado! Ella no era tan agresiva como de costumbre cuando la besaban, y su cuerpo suave y flexible seguía luchando de forma inconsciente, y la lucha era como una especie de seducción silenciosa, encendiendo una llamarada purpura en los ojos de Armando.
-Ay… -Armando soltó de repente sus labios, pero vio que Clotilde lo miraba con fiereza, no satisfecha con morderlo.
Pero había un aire amoroso en aquellos ojos chispeantes, y eso lo entumeció. Entonces Armando no se enfadó, incluso se rio.
-Esta es la segunda vez que me muerdes… -Su voz única era tentadoramente ronca, y la cara de Clotilde se puso roja.
-ISi vuelves a intentarlo, te muerdo!
Su feroz amenaza sonó como una invitación para Armando. De repente sonrió ampliamente y la empujó hacia abajo. Su blando cuerpo quedó atascado, y Clotilde intentó esquivarlo, pero no pudo. En su furia, isólo pudo hacer lo posible por morderlo!
que sus
Pero las reacciones de Armando fueron rápidas, y ella no llegó a morderle ni una sola vez, sino ques labios se encontraron con los de Armando una y otra vez e incluso los chupó. Los dos tenian tanto sus cuerpos como sus labios entrelazados, ¡y parecia más bien que se estaban besando intensamente!
Cada intento de ataque y defensa acababa pareciendo tan amoroso. Clotilde empezó a quedarse sin aliento, y su cuerpo se estaba calentando contra su voluntad, y para empeorar las cosas, ipodía sentir cómo Armando se excitaba!
iMaldita sea! ¡Armando se estaba excitando de verdad!>.
Sus dos piernas pataleaban inútiles, frotándose contra él a un ritmo que hacía que Armando la besara aún con más locura; si no lo detenia, ipodria f*llarla en el auto allí mismo! De repente, alguien golpeó la ventanilla del auto. Armando se quedó estupefacto por la interrupción y Clotilde aprovechó para empujarlo rapido a un lado y volvió a subirse a su asiento, jadeando con fuerza.
Su rostro avergonzado y a la vez enfadado era tan conmovedor como una rosa con espinas, y Armando estaba como aturdido, deseando continuar. Entonces, de repente, se dio cuenta de que su cuerpo habia
Clotilde. reaccionado con naturalidad… IMaldita sea! Se sentia atraído por