Chapter Capitulo 12
Capítulo 12
Después de que Spencer se entregó, permaneció inusualmente sereno y su expresión no cambió. Durante toda la prueba, ni siquiera miró a Gloria que yacia en el suelo.
La policía llegó poco después.
Cuando llegaron al lugar, rápidamente esposaron a Spencer y estaban listos para llevárselo,
Spencer se volvió hacia mi, con la voz llena de emoción: Linsey, este podria ser nuestro último encuentro. Sé que te he hecho daño a ti y a Dora, pero te pido perdón. ¿Puedes encontrar en tu corazón la capacidad de perdonarme?” Sus ojos reflejaban un profundo remordimiento y anhelo de redención.
A pesar de su anhelo de mi perdón, negué con la cabeza resueltamente: “No“.
Al escuchar mi respuesta, la esperanza en los ojos de Spencer se desvaneció instantáneamente, reemplazada por una sombria aceptación.
La policia lo escolto.
Independientemente del destino de Spencer, Dora nunca regresaria.
El perdón parecía una hazaña imposible.
Una vez concluidas las historias de Spencer y Gloria, la vida pareció recuperar un ritmo tranquilo una vez más. Nadie me molestaba, nadie se preocupaba por mi.
Sin embargo, en medio de la tranquilidad, me quedé sola, lidiando con el vacío dejado por la ausencia de Dora. Durante el día, me senti atraida por el lugar donde la vida de Dora había sido trágicamente truncada.
Con la muerte de Gloria, parte de la pesadez de mi corazón se disipo.
Si Dora pudiera presenciar cómo su perpetrador se enfrentaba a la justicia, tal vez podría encontrar la pa
Mientras deambulaba por la carretera familiar, una vista me detuvó en seco.
paz.
Era una niña pequeña con un vestido rosa, sus largas trenzas rebotaban mientras llevaba una mochila de princesa de Disney. Tenía un parecido sorprendente con Dora.
Nuestros ojos se encontraron y ella me sonrió.
En este momento, todo mi cuerpo estaba en trance.
¿Podría ser Dora regresada?
Sin embargo, antes de que la emoción pudiera apoderarse de ella, un camión a toda velocidad se dirigió hacia la niña.
Cuidado!
Sin pensarlo dos veces, corrí hacia ella como un rayo.
En el momento en que el camión estaba a punto de atropellar a la niña, usé todas mis fuerzas para correr y empujar a
la niña.
¡Bang!
Hubo un estrépito ensordecedor y sentí mi cuerpo lanzado por el aire.
La sangre broto de mi boca.
En ese fugaz momento, en medio del caos, vislumbré el rostro sonriente de Dora.
No pude evitar devolverle la sonrisa.
“Dora, esta vez mamá te salvó“.