Chapter Capítulo 39
Capítulo 39
El documento estaba sucio y desprendia un olor desagradable. Enzo era un maniático de la limpieza, no hacia falta pensar mucho para saber qué sucedería si le entregase ese documento. Los dedos de Ainhoa se volvieron blancos al sujetar el papel. Irene, la consentida hija de la familia Garcia, se había rebajado a trabajar como asistente en el Grupo Castro. Cuál era su verdadero propósito, Ainhoa lo sabia muy bien. Incluso se atrevia a asegurar que este tipo de incidentes se convertirían en algo habitual. Los hermosos labios de Ainhoa esbozaron una sonrisa fria. Después de unos quince minutos, Ainhoa volvió a entrar en la sala de reuniones. Al verla llegar con las manos vacías, Irene mostró una sonrisa triunfante que rápidamente desapareció sin dejar rastro.
Parecía estar intercediendo por Ainhoa con buenas intenciones: “Enzo, aunque no se firme este contrato hoy y eso afecte la firma de varios millones, creo que la secretaria de la Vega no lo ha hecho a propósito. ¿Podrías, por favor, no castigarla en consideración a mi? Yo asumiré esas pérdidas, ¿te parece bien?”
Enzo la miró sin expresión alguna, escudriño: “¿Con qué vas a compensar?”
Al oir su respuesta, Irene dijo sonriente: “La familia Garcia está desarrollando un pueblo turístico en Aranjuez, es un proyecto de más de diez mil millones, con un futuro prometedor y por el que muchos están luchando por colaborar. Puedo hablar con mi padre para que te reserve esa oportunidad.”
La mirada helada de Enzo se dirigió hacia Ainhoa, su voz no tenía ni un ápice de calidez.
“¿Qué opinas?” Preguntó
Con una sonrisa, Ainhoa respondió: “Presidente Castro, nuestro equipo ya investigó ese proyecto. El anterior desarrollador tuvo conflictos con el gobierno y se fugó con el dinero. El gobierno local ha vuelto a licitar el proyecto, en realidad buscan a alguien que tape ese gran agujero. Creo que no necesitamos ser ese chivo expiatorio. Además, el proyecto implica el desalojo de muchos agricultores, y usted sabe, esos problemas no son fáciles de resolver.”
Mientras hablaba, Ainhoa proyectó el informe de investigación en la pantalla grande.
Todos los accionistas presentes asintieron después de leer el informe: “La secretaria de la Vega tiene razón, este proyecto es una trampa, nuestro grupo no puede caer en ella.”
Irene apretó los puños con furia. ¿No estaba Ainhoa insinuando que la familia García era ese chivo expiatorio? Con un rostro sereno, Irene preguntó: “Dado que ho aceptas mi buena voluntad, secretaria de la Vega, ¿cómo piensas resolver la pérdida de varios millones del contrato?”
Enzo también dirigió su mirada hacia Ainhoa, con expectativas; estaba muy interesado en saber cómo remediaria su error. Si ella le pedía perdón, mostrando buena voluntad, él podría optar por perdonarla.
Ainhoa, serena, sacó una memoria USB del bolsillo y miró a todos con una expresión tranquila mientras explicaba:
“El contrato se perdió en la papelera del baño y no era conveniente traerlo aquí, así que escaneé el documento y lo traje en el USB para no retrasar nuestra discusión. Además, he pedido a la secretaria de la otra parte que envíe una copia nueva, que debería llegar en media hora, sin afectar la firma.”
Al ver la copia escaneada del contrato en la computadora, una sonrisa fugaz cruzó los ojos de Enzo. Pero su voz se mantuvo fria como siempre y mirando a Ainhoa dijo: “No quiero ver este tipo de errores una segunda
vez.”
Ainhoa asintió: “Presidente Castro, en el futuro estaré más atenta para prevenir las malas intenciones a mi alrededor.”
Al decir esto, dirigió su miradá a Irene, le mostró una sonrisa que parecia amable pero era falsa. Su acción era más que evidente, todos los accionistas presentes eran veteranos en el mundo empresarial y entendian perfectamente lo que sucedia. Pero por respeto al estatus de Irene como la hija de la familia Garcia, todos
prefirieron no comentar al respecto.
Irene estaba furiosa. Sus manos apretaron los puños tan fuerte que sus uñas se clavaban en la carne sin que
ella sintiera el dolor.
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Capítulo 40