Chapter Capítulo 54
Llevo más de una semana en este maldito infierno.He intentado llamar a alguien, pero todos los teléfonos están cortados, y en cuanto a los sirvientes, a penas me dirigen la palabra.
Extraño demasiado a mi hijo y mis amigos.Cuando siento deseos de acabar con mi vida solamente pienso en ellos.
En este instante me encuentro observando el mar e imaginando ,como sería mi vida, si nunca hubiera aceptado ese maldito trabajo o si Diego Valencia no respirara.
—¿Cómo estás, Sexy? —Él toma mi cintura y deja un beso en mi cuello —¿Qué tanto miras?
—El mar me calma.
—A mí tú me calmas.
—¿Cuándo volveremos? No podemos estar acá toda la vida.
—Si podríamos, pero tengo asuntos que atender, muy pronto regresaremos a nuestra casa.
—¿Nuestra casa?
Él ríe —¿Crees que permitiré que regreses a tú casa?. Tú vivirás conmigo como mi mujer.
—Es lo que más quiero —Le finjo una sonrisa
—Me encanta tu cambio de actitud —Él une sus labios a los míos en un el cual le seguí
—Ya entendí lo que es mejor para mí y mi hijo, y eso eres tú
—Por supuesto que sí, puedo ser el mejor de los hombres contigo, pero si me traicionas el peor, amor. —Él no deja de acariciar mi cabello y besar mi frente
No soy ingenua y sé que estamos en el medio de la nada, en un país diferente al mío.
Él controla a los sirvientes y posee mis pasaportes sin mencionar que hay mucha seguridad en la casa por lo cual la única forma de escapar es fingir.
—Necesito hablar con Aarón.
—Él está bien, me han informado que Wendy lo cuida.
—Necesito escucharlo, yo misma.
—Si está noche eres cariñosa y complaciente mañana hablaras con él. Te haces del rogar, pero te encanta como te cojo. —Él deja besos en mi cuello
Hacerme del rogar lo llama al gritar e intentar resistirme inútilmente a que abuse de mí porque siempre gana ya sea amarrándome o golpeándome.
Ya tengo varios moretones en todo el cuerpo.
Ayer me pego una cachetada cuando se percató de que le solicité a una de las sirvientas pastillas anticonceptivas porque él no quiere que me cuide.
Si sigo más tiempo acá no me imagino lo que podría ocurrir.
—¡Quiero hablar ahora mismo con mi hijo! —Exclame mientras lo empuje
—Si tienes esa actitud no hablaras en mucho tiempo con Aarón y podría considerar volverte a esposar a la cama.
—¡No, Diego! ¡Yo solamente quiero saber que está bien!. —No logró evitar que resbalen lágrimas sobre mis mejillas
—Ya sabes lo que debes hacer. ¡No es tan difícil cumplir con tus obligaciones de mujer con tu marido!.
—No puedo
Acceder a acostarme con Diego por mi propia voluntad es algo que de solo imaginarlo me provoca repulsión.
No comprendo porqué nadie me busca y nisiquiera Fernando lo hace, ya deberían haberme encontrado.
Lo único quiero es irme de aquí y no verlo nunca más.
—Entonces olvídalo y no creas que podrás evitar que haga contigo lo que desee. Eres mi propiedad y me fascina hacerte el amor.
—Ya entendí que hice mal en rechazarte y si quieres me disculpo, pero ya obtuviste lo que quisiste de mí, por favor déjame ir.
—Ni una noche, ni una semana ni siquiera un año me serían suficiente de ti. Eso lo comprobé la primera noche que te tuve entre mis brazos. Yo te quiero para toda la vida Belinda. Te amo y nunca te desharás de mí.
—Entonces tendrás que amarrarme, encerrarme y violarme toda la vida porque nunca me resignaré a estar con alguien como tú.
—Eso ya lo veremos
—Algún día me iré y me encargaré de que te pudras en la cárcel, maldito cerdo.
— Gruñi antes de irme
***
Me desperté temprano como todas las mañanas, siento mi cuerpo muy caliente y un intenso dolor en el estómago, lo siento revuelto.
Supongo que se debe a que anoche me devore una barra de chocolate yo sola.
Sé que no debí hacerlo, pero no logré contenerme.
Intente contenerme y quite las manos de Diego de mi cintura luego me dirigí al baño más cercano.
Al entrar subí la tapa del Inodoro devolví el estómago varias veces.
Siento un intenso ardor en mi garganta.
Cuando termine lave mi cara y mis dientes repetidas veces para intentar quitarme ese horrible aroma.
Posteriormente, me quite la ropa y me adentre en la ducha durante varios minutos.
—Amor —Fórmula Diego mientras entra al lugar
—Déjame sola, me siento mal y se te veo volveré a vomitar
—¡Muy graciosa, Belinda! ¡Recuéstate y ordenó que te preparen un té!
—Quiero que venga Gabi no confío en ningún otro sirviente
—Tú ordenas, chiquita hermosa. Si sigues así está noche llamaré al doctor.
—No es nada, Diego.
Cuando él se alejó me coloqué otro de mis camisones y me recosté en la cama. Minutos después entro la señora Gabriela.
Ella es quien curó mis heridas cuando me caí intentando bajar por una ventana hace algunos días.
Recuerdo que me esguince el tobillo intentando huir.
A ella también le pedí los anticonceptivos, pero lamentablemente Diego nos escuchó.
Es una señora de la edad de mi abuela, pero ella si es amable y dulce.
Cabello canoso recogido en un chongo, ojos oscuros y tez clara. Vestimenta muy formal con tonos beige.
—Le prepararé una sopa, señora —Me dice mientras me entrega una tasa de té
—Mejor consiga un arma
—No diga eso
—Ya no sé que hacer para huir de ese monstruo
—Si huye él podría hacerle daño, mejor tome el té y descanse.
Durante el resto del día me dediqué a ingerir alimentos livianos y mirar películas. Nunca he sido la clase de mujer que se recuesta en la cama, pero no tengo energía para nada.
—Sé que me extrañaste —Comenta Diego llegando
Rodee los ojos —Por supuesto
—Tengo una sorpresa —Ella me entrega mi celular
—creí que lo habías roto
Él niega con la cabeza —Quiero que llames a Aarón, pero en mi presencia. ¿Estas de acuerdo o me lo llevo?.
—Está bien
Marqué el número de mi pequeño y me percaté de que el celular se escucha, pero esté no responde.Sentí que mi corazón se aceleró cuando al tercer tono escuche su voz.
—Hola
—Amor soy Mami
—Mami ¿Dónde estás? —Inquiere él, me percaté de que Diego me lanzo una mirada al ver qué estoy charlando con mi hijo, pero no me importa.
—Eso no importa mi amor. Llamo para saber como estas tú.
—Me cuida la tía Wendy y Fer. Te extraño mami.
—Yo también te extraño, mi príncipe adorado.
—¿Entonces por que te fuiste?, ¿ya no me quieres? —Percibo la tristeza en su vocecita, me encantaría estrecharlo entre mis brazos y comerlo a besos
—Eres el amor de mi vida, Aarón, mi bebé consentido y te juro que haré lo que sea para volver muy pronto y nunca separarme de ti. Te amo, te amo mi sol.
—También te amo mami. Si vuelves rápido me porto muy bien.
No logró controlar mis lágrimas por lo cual agradezco que él no este acá porque no le gusta verme llorar.
—Tú siempre te portas bien. Sabes que estoy muy orgullosa del niño hermoso y valiente que eres, mi vida.
Me percaté de que se escuchó un silencio es como si se hubiera cortado la llamada, pero Aarón no ha colgado.
—Aarón, mi vida.
—¡Belinda! —Escucho esa voz bruzca y dulce al mismo tiempo, es Fernando.
—¡Fer mi amor ayud…!—No logró terminar la frase porque Diego me arrebata el celular
—Diego…—Le grito pero él me ignora
—Querido, primo.— Pronuncia Diego
—¿Diego? ¿Eres tú?—Inquiere Fer
—Si soy yo primo, a Belinda y a mí nos alegra que estés con el niño.— Responde con una risa burlona
—¡Pásame a Belinda, maldito Perro!— Le exige
—Mi mujer está muy ocupada y por si no te quedo claro que es solamente mía te haré llegar un vídeo. Saludos a la familia. —Es todo lo que dice antes de cortar
—¡Por que mierda hiciste eso y de que Vídeo hablas!.— Exclame molesta
Él sin responder ninguna pregunta me pega una cachetada,estoy segura que me dejará una marca.
—¡No vuelvas a llamar mi amor a ese imbécil! — Espeta molesto
—¡Por que tenías que hablar con Fernando! ¡Por que lastimarlo!.— Grite molesta, no puedo creer que él sea tan cruel.
—Porque se me dio mi gana. Ese imbécil debe saber que tú eres mía.— Me responde entre risas
—¡Qué mierda quieres Diego para dejarme ir con mi hijo! ¡Si me torturaste haciendo que escuche su voz es para quebrarme y para que ceda a tus chantajes!— Grite exasperada
—Me conoces muy bien, mi amor. Si quiero algo de ti y si no me lo das no lo volverás a ver.— Me hace saber
—¿Qué quieres?— Cuestione limpiando las lagrimas de mis mejillas
—Quiero todo de ti. Por lo pronto que seas mía oficialmente.— Responde
—¿Qué?— Pregunté sorprendida
—Que seas mi esposa y me des a mi primer hijo.
—Ni muerta, Diego. —Le respondí sin dudar
—Exactamente, solo muerta, me dejarás, solo muerta.