La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Chapter LA NOVIA EQUIVOCADA By Day Torres CAPÍTULO 66



CAPÍTULO 66. Solo media calle... “
¿Por qué no me llevaste a mí también?” Ese era el encabezado del mensaje que Marilyn Pax recibió en su viejo celular justo
cuando estaba a punto de abandonar la ciudad. Abajo su hija decía que estaba en un parque sola, esperándola. Marilyn sabía
cuál era, porque desde hacía tres semanas había estado espiando a la familia, así que sabía que allí llevaban a los niños todos
los días. Marilyn dudó un momento, no estaba segura de si era seguro llevar a Sophia con ella. Su hija había estado actuando
de forma malcriada y desafiante últimamente, y a Marilyn le preocupaba que pudiera haberle tendido algún tipo de trampa para
vengarse de ella. Pero luego pensó que Nathan se las daba demasiado de digno como para usar a Sophia como carnada. Le
dio la vuelta al auto y zigzagueó entre las calles. Había patrullas por todos lados, pero el parque en cuestión se veía vacío y
callado. La mujer se aseguró bien de que no hubiera nadie alrededor y después de la segunda vuelta a la manzana, divisó a la
niña sentada sola en un banco y estacionó en la calle del frente.
La vio correr hacia el auto y bajó la ventanilla para decirle una sola palabra:
– Sube.
Sophia miró al asiento trasero, su hermanito estaba allí, de verdad su mamá era la que se lo había llevado. Abrió la puerta y se
sentó junto a él, poniéndole un chupete que se había llevado de su cuarto para calmarlo.
–Shshshshs, ya, mono, soy yo... soy yo, la ballenita, ya no llores. 2 Sophia abrazó a su hermano y se estremeció cuando el auto
echó a andar de nuevo. Marilyn sonrió con malicia. Tener al mocoso de la zorra con Nathan era genial, pero tener a los dos
niños, jeso era sacarse la lotería! 1 Trató de salir de la ciudad, pero cada vez era más difícil esquivar todas las patrullas de
policía, iban en todas direcciones y parecía que estaban buscando algo.
Marilyn se estresó un poco, no sabía cómo conseguir escapar de la ciudad con dos niños en el asiento trasero. Volvió a mirarlos
y se le escapó una mueca de asco al verlos abrazados entre sí.
De pronto, vio una fila de moteles muy solitarios a lo lejos. Inspirada por un impulso repentino, decidió que ese sería su mejor
plan. Se dirigió hacia ellos con decisión, llevando a los niños en el asiento trasero del auto.
No tenía otra opción, no había imaginado que la policía se movería tan rápido, así que no le quedaba más remedio que
esconderse por unos días. Iba a tener que quedarse en un motel con los niños hasta que llegara la oportunidad de irse, Marilyn
aparcó el coche delante del motel más alejado y encerró con cuidado a Sophia y James en el interior, con una simple
advertencia:

– Procura no intentar nada, Sophia, o te aseguro que tu hermanito la va a pasar muy mal. Rápidamente se registró en una
habitación, y metió a los niños sin que nadie se diera cuenta.
– Nos quedaremos aquí por un tiempo. Voy a buscar algo de comida, procura que tu hermano no llore – le escupió Marilyn y
cerró la puerta con llave tras ella.
De inmediato Sophia corrió hacia la puerta y trató de abrirla, probó con las ventanas pero nada, la única que estaba abierta era
la del baño, pero estaba demasiado alta como para que pudieran salir.
Sentadito en la cama, James lloraba desconsolado llamando a su mamá, y Sophia lo abrazó, dándole muchos besos y
cantándole una canción que sabía que le gustaba. Al menos de momento no sabía cómo podían escapar, pero tenía que hacer
que su hermanito se calmara. Lo
acunó un ratito y James acabó durmiéndose por el cansancio de llorar.
Mientras, en la casa de la familia, Nathan y Meli estaban desesperados.
—¡Tiene que haber algo que puedan hacer! ¡Esa mujer tiene a mis dos hijos! ¡Los tiene! – vociferaba Nathan peleándose con
uno de los policías. Al abuelo le había subido la tensión y Meli lloraba desconsolada sobre usa silla.
– Estamos haciendo todo lo posible, señor King, pero entienda, no somos magos. – i¿Cómo es posible que mi hija haya podido
localizarla y ustedes no?!
El detective se mesó los cabellos.
–¡Usted no puede asegurar que Sophia esté con Marilyn Pax en este momento! No tenemos bases para creer eso...
–¡Yo no necesito bases, estoy seguro!
Harrison se acercó para tratar de calmarlo, pero sabía que lo que Nathan y Meli estaban viviendo en aquel momento era muy
difícil.
El día pasó sin que tuvieran una sola noticia, y la expresión del detective cada vez se ensombrecía más porque seguían sin
llamar para pedir rescate, y eso solo podía significar que Marilyn Pax pensaba deshacerse de los niños, porque criarlos
definitivamente no debía ser parte de su plan.

–Van a aparecer, amor, los vamos a recuperar, te lo prometo – murmuró Nathan siguiendo a Meli hasta la cocina. La vio poner
aquella tetera al fuego en silencio y poner su mano sobre ella hasta que el calor lo hizo imposible.
Meli buscó refugio en su pecho y él la abrazó como si quisiera fundirse con ella.
– ¿Cómo pudo hacernos esto, Nathan? ¡Son nuestros hijos! Y yo no le quité a Sophia, yo me alejé cuando me lo pidieron para
que mi niña pudiera ser feliz. ¡Ella sola alejó a Sophia! ¿¡Por qué quiere ahora a mi hijo!? ¿Por qué? ¿Por qué? – sollozó
aferrándose a su playera y manchándole de lágrimas el pecho.
–¡Porque es una loca infeliz! – gruñó Nathan con rabia y con impotencia–. Pero no se va a salir, con la suya, te lo prometo. ¡No
va a conseguirlo, Meli! Para empezar no logró matar a Rex. Meli asintió mientras pensaba en eso. Rex había abierto los ojos
esa mañana, todavía estaba muy débil, pero los médicos habían dicho que se salvaría.1
–– Júramelo, Nathan. ¡Júrame que vamos a tener a nuestros hijos de regreso con nosotros! – suplicó Meli desesperada. –¡Te lo
juro, mi amor, te lo juro! –exclamó él, besando tembloroso sus mejillas, intentando borrar sus lágrimas.
Ninguno de los dos imaginaba que en aquel mismo momento, Sophie estaba hecha un mar de nervios porque James no había
comido nada en todo el día.
–¡Tienes que traer algo diferente para él! ¡Es un bebé! ¡No se va a comer un sándwich! – demandó Sophia a su madre.
–¡Pues que no coma y punto! ¿¡A quién le importa!? –replicó Marilyn con impaciencia. – ¡Pues debería importarte! Porque mi
hermanito tiene hambre y va a empezar a gritar muy fuerte, muy fuerte...
–¡Entonces lo callamos así! –gruñó Marilyn encendiendo el televisor de la habitación y subiendo el volumen a todo lo que daba.
Sophia hizo un puchero mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y golpeó a su madre en el rostro con fuerza.
–¡Eres una mujer horrible! ¡Por eso nadie te quiere! ¡Déjanos ir! ¡Déjanos ir! –chillaba mientras forcejeaba con su madre y
Marilyn acabó propinándole una bofetada que la mandó al
suelo. La mujer ahogó un grito y miró a su hija, que la veía con ojos espantados.
–¡Tú te lo buscaste! –siseó en un tono que pedía disculpas mientras intentaba justificarse a sí misma el haber golpeado a su
hija. La vio llorar y bufó de impotencia– ¿¡Qué m****a quieres que le traiga al mocoso estúpido ese!? – siseó tomando las llaves
del auto. –Leche... –murmuró Sophia–. Leche y un biberón para dársela. Marilyn se largo de allí en dos segundos y Sophia lloró
desconsolada mientras se levantaba, pero de repente un nombre que conocía muy bien la detuvo, una mujer lo decía por el
televisor y Sophia miró la noticia con ojos ávidos.

*
*
*
“Rex Lanning, quarterback de nuestro equipo de fútbol favorito, quien fuera brutalmente atacado y apuñalado el día de ayer, por
fin se considera en estado de menor gravedad. Sus médicos anunciaron que si bien todavía no está completamente fuera de
peligro, al menos es un alivio saber que no estará en la Unidad de Cuidados Intensivos por más tiempo. De acuerdo con
nuestras fuentes, el jugador de fútbol estará dando una rueda de prensa en los próximos minutos para hacer una solicitud
especial a todos sus seguidores, sin embargo dado lo delicado de su estado de salud, solo unos pocos han sido escogidos para
participar... Nos anuncian que pronto saldrá en vivo... perfecto... vamos a conectarnos...” La imagen pasó inmediatamente a una
habitación de hospital llena de susurros y en cámara apreció Rex, desmejorado pero vivo. Cuando sus ojos se encontraron con
la cámara... todo lo demás quedó en silencio. ¡El resto de aquella ciudad estaba en silencio! “Lo siento, pero no puedo
responder preguntas todavía. Solo quisiera dar una declaración importante. Anoche, la mujer que me apuñaló se llevó a mis
niños, mis sobrinos. Se los llevó a los dos y los va a lastimar, necesito ayuda para encontrarlos“. A medida que hablaba en una
esquina de la pantalla iba saliendo la foto de Marilyn. “El estadio de los Patriots se llena en cada juego de sesenta y ocho mil
fanáticos, y yo los necesito ahora. Necesito que salgan de sus casas, de sus oficinas, de donde estén, necesito que vistan el
uniforme de los Patriots, que se pinten las caras con la insignia de los Patriots y que encuentren a mis niños. ¡De sesenta y
ocho mil personas alguien tiene que verlos! ¡Están en esta ciudad, la policía dice que esa mujer no ha podido sacarlos! ¡Así que
yo necesito que ustedes encuentren a mis niños! ¡Salgan a la calle y
encuentren a mis niños!... Ballenita, si estás viendo esto, corre hacia la estrella, donde quiera que la veas, corre hacia la
estrella, Ballenita“. 3 Después de eso lo habían visto sofocarse y la rueda de prensa había terminado allí mismo. Minutos
después otros periodistas comenzaban a filmar cómo la gente se estaba lanzando a la calle, vistiendo las playeras azul y blanco
del equipo de fútbol. Sophia se limpió las lágrimas con un puchero. Rex estaba vivo y todos los estaban buscando a ella y a su
hermanito, estaban buscándolos, había gente que podía ayudarlos por todos lados, pero encerrados en aquel cuarto de motel
no los iban a encontrar. Sophia miró desesperada alrededor, sin saber qué hacer, hasta que vio aquella palanca roja que
siempre decía: no la toques.
“A menos que sea importante” decía el abuelo.
–¡Ahora es importante! —exclamó la niña colgándose de la alarma anti incendios.

En un segundo una sirena comenzó a sonar con fuerza y ella se echó su mochila al hombro corriendo hacia su hermanito. Se
escuchó la algarabía, la gente saliendo de sus habitaciones, y pocos minutos después una enfurecida Marilyn entraba al cuarto.
Agarró a Sophia por el cuello de la cazadora y la empujó afuera mientras la niña trastabillaba con su hermanito en brazos. Los
subió al auto y salió conduciendo de allí lo más rápido que pudo.
–¡Demonios, demonios! –gritaba golpeando el volante–. ¡Alguien tenía que joder el día!
Por suerte no tenía idea de en qué parte del motel se había generado la alarma, pero no iba a esperar a policías y bomberos.
Condujo tratando de esquivar a la gente, pero debía haber algún estúpido partido o algo porque había demasiados idiotas
pintarrajeados en medio de la calle. Marilyn sonó el claxon con fuerza, pero no le quedó más remedio que estacionarse en un
callejón.
–¡Maldita sea, así no llegaremos a ningún lugar! –gruñó bajándose del auto y pateando una de las ruedas con impotencia.
Sophia miró hacia atrás, había muchas personas pintadas con la estrella de los Patriots, solo estaban a media calle, solo a
media calle. Abrió la otra puerta sigilosamente, mientras Marilyn se perdía en sus insultos, y echó a correr con James en los
brazos. 2
Echó a correr hacia las estrellas... ¡Solo era media calle... solo media calle...!


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