Chapter Capítulo 11
Capítulo 11
Ella sabia que algún día devolveria la humillación que había sufrido ese día.
Gon ese pensamiento, el deseo en el corazón de Olimpla se hizo cada vez más fuerte, y el brillo en sus ojos, que mostraba su anhelo por ascender, se intensificó.
Justo cuando levantó la vista, se dio cuenta de que Fidel no había ido con Erika al ayuntamiento para tramitar el divorcio, sino que estaba regresando con el rostro serio.
La mirada de Olimpia se oscureció imperceptiblemente al acercarse Fidel, y trató de mostrar una expresión de agravio que ella misma creía poder conmover a Fidel.
“Presidente…”
Fidel bajo la mirada sin decir ni una palabra mientras la observaba. Eso llenó de júbilo a Olimpia, y su corazón comenzó a latir más rápido.
Sus mejillas se tornaron rojas y, con timidez en sus ojos, miró a Fidel, se emocionó hasta el punto de apretar los puños.
Ella estaba convencida de que el presidente la queria. De lo contrario, ¿por qué no había explicado cuando Erika malinterpretó su relación con él?
¿No era eso una aceptación tácita?
Con ese pensamiento, Olimpia casi podía ver su futuro como la esposa del presidente.
Pero al siguiente segundo, escuchó la voz del hombre, fría y sin ni un ápice de calor, resonar frente a ella….
¿Qué le dijiste a Erika cuando vino?“.
Al escuchar eso, las pupilas de Olimpia se contrajeron, y un destello de pánico cruzó sus ojos ocultos.
“Yo… yo no dije nada. La señora llegó diciendo que yo era una zorra y que usted no regresaba a casa por… por mi culpa“.
Aunque su voz temblaba, era evidente el tono de auto satisfacción oculto en sus palabras.
Fidel no preguntó más y simplemente la rodeó para seguir adelante. Justo cuando Olimpia pensó que Fidel le había creido, lo escuchó decir:
–
“Que vaya al departamento de finanzas para recibir su último salario y que se vaya del Grupo Suárez inmediatamente“.
Al escuchar eso, el rostro de Olimpia palideció.
Levantó la vista hacia Fidel bruscamente, pero el hombre sólo le ofreció la imagen de su espalda fría e
inaccesible.
“Presidente…“.
Olimpia intentó seguirlo, pero Oswaldo, que iba unos pasos detrás de Fidel, la detuvo.
“Sr. Oswaldo…..
“Lo que el presidente detesta más son las personas que no tienen autoconciencia y que además causan
te pude Lo nue menos falta en la empresa son secretarias para acompañar al presidente a cenas. Si yo
te pude ubicar, fácilmente puedo encontrar a otra. Para el presidente, no eres especial“.
Las palabras de Oswaldo fueron directas y sin tacto, destrozó las ambiciones de Olimpia al instante
Esas palabras le dejaron en claro que su compañía al presidente en cenas era algo que él, como asistente,
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podia organizar, y no era porque el presidente la valorara especialmente.
“La señora tiene razón, eres como un cerdo en una gala, y tu mayor estupidez fue pensar que podrías engañar al presidente. Acabas de perder una oportunidad de ser honesta con él“,
En ese momento, Olimpia se desesperó completamente, Su habitual arrogancia desapareció y fue reemplazada por miedo y pánico.
No era el hecho de dejar el Grupo Suárez lo que la asustaba, sino haber sido despedida directamente por Fidel. ¿Acaso alguna otra gran empresa querría contratarla después de eso?
No podia aceptarlo y no entendía. Si al presidente le disgustaba tanto su esposa, ¿por qué no preguntó nada y simplemente asumió que ella había ofendido a Erika, e incluso la despidió por ella?
¿Acaso el presidente no escuchó todas esas cosas despectivas que Erika dijo de él?
“Sr. Oswaldo, reconozco mi error… por favor, ayúdame, no volverá a suceder….