Chapter Capítulo 19
Capítulo19
-¿Quién carajo eres?- preguntó Leo, interrumpido en su intento, con una expresión molesta en su rostro. Se giró para ver a un hombre que se acercaba lentamente y se sintió aterrorizado, con las piernas. temblando y sobrio al instante. Tartamudeó:-Señor Sánchez, yo… yo no sabía que esta señorita era importante para usted. Por favor, le
רק
ruego que me perdone esta vez.
El hombre llamado Moncho, al ver que Leo estaba asustado y arrepentido, soltó la muñeca de María y se arrodilló junto a Leo, suplicando clemencia.
María se quedó allí, mirando incrédula a Manuel. Su rostro parecía calmado y sin emociones, pero María podía sentir una intensa aura de peligro emanando de él. Este hombre estaba dispuesto a
protegerla.
El ánimo de María, que había estado reprimido, de repente se volvió un poco más ligero.
-¿Cuál de ellos te ha tocado?-preguntó Manuel, su mirada fría dirigiéndose hacia Leo y su compañero, quienes estaban arrodillados en el suelo, como si estuviera mirando a dos muertos.
María habló con resentimiento:
-Ninguno de ellos me tocó, pero no quiero que se salgan con la suya.
El alboroto en el pasillo atrajo a muchos espectadores, incluyendo a Santiago, quien se acercó a curiosear. Al ver a Manuel y a María allí, y al notar a Leo arrodillado en el suelo, Santiago se dio cuenta de que esto estaba relacionado de alguna manera con los Fernández. Temía que su hermana pudiera estar involucrada en esto y no escaparía de las consecuencias..
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Santiago se vio obligado a abrirse paso entre la multitud y se acercó, enfrentando la mirada fría de Manuel. Dijo con valentía:
-Manuel, déjame encargarme de estos dos. Te prometo que te daré una explicación.
Manuel miró a Santiago con indiferencia durante unos segundos antes de dar un paso adelante. Mientras llevaba a María junto a Santiago, su voz era gélida y cortante:
-Mantén a tu hermana bajo control. Si vuelve a ocurrir algo así, tomaré medidas personales.
Santiago abrió la boca como si quisiera decir algo más, pero se quedó sin palabras ante esa amenaza.
María no regresó al restaurante, en su lugar, fue llevada al coche por
Manuel.
-Gracias por lo que hiciste-dijo María, mostrando gratitud por primera vez dentro del automóvil.
Manuel sonrió levemente y respondió:
-Si realmente quieres agradecerme, esta noche deberías atenderme adecuadamente.
María lo miró con enojo y luego apartó la mirada hacia afuera de la
ventana.
Este hombre, en realidad, era una bestia disfrazada de humano.
-Las relaciones íntimas son normales. No me digas que no tienes ese tipo de necesidades-dijo Manuel con descaro, como si hablar de ello fuera tan natural.
María se enfureció y soltó una risa irónica, girándose para mirarlo fijamente.
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-Señor Sánchez, aunque tiene mucha experiencia, no soy tan desinhibida como usted. No hablo de esas cosas todos los días.
Manuel la miró directamente, su voz deliberadamente ronca, como si
acabara de hacer algo intimo.
Entiendo, entonces, prefieres actuar en lugar de hablar.
Bajo su mirada intensa, el rostro de María, que era como una porcelana delicada, gradualmente se volvió de un tono carmesí, luciendo extremadamente seductora.
-¿Señor Sánchez, también piensa que soy naturalmente
desvergonzada y me gusta tener aventuras en hoteles como en esos videos?- María se puso tensa y rígida, sonriendo con frialdad. -Sabe perfectamente que solo accedí a sus condiciones por falta de opciones. Si hubiera otra forma, nunca lo habría elegido.
María apenas terminó de hablar cuando sintió el brazo fuerte de Manuel presionándola en el asiento, levantando su mentón y sus labios fríos la besaron apasionadamente.
-¡Mmm…-María quedó sorprendida por su acción tan decidida, con los ojos bien abiertos, mirando el rostro atractivo que estaba tan cerca, olvidando momentáneamente resistirse.
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