Chapter EI Centímetro 203
Capítulo 203
“Señor…” Mi voz temblaba por el shock,
“Caml.” Ricardo intentó llamarme con una sonrisa forzada,
“Su cabello…” Extendí mi mano, queriendo tocar su cabello.
Él se desconcertó un poco y me preguntó: “¿Qué pasa con mi cabello? ¿Está desordenado?”
Mis lágrimas comenzaron a caer. Al verme llorar, se sorprendió aún más: “¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿Sandra te dijo algo? No le creas, a ella le gusta hablar sin saber.”
Ricardo parecía no darse cuenta de que su cabello se había vuelto completamente blanco. Hacía apenas unos días lo había visto con su cabello negro, pero en aquel momento, aunque no estaba completamente blanco, sí se había vuelto blanco en un ochenta por ciento. Era como si hubiera cambiado completamente, de un hombre de mediana edad a un anciano. No podía decir nada, especialmente porque él mismo no lo sabía. Me acerqué y lo abracé, mientras las lágrimas me corrían por la cara.
Él me dio palmaditas en la espalda y me dijo: “No llores, ¿por qué lloras? Estoy bien, solo quería estar un rato solo, Sandra siempre me está molestando, y encima te llamó.”
Pensaba que lloraba porque estaba preocupada de que se hubiera
encerrado en su despacho todo el día y toda la noche. Negué con la cabeza sobre su hombro, sintiendo como si una mano grande me estrujara la
garganta.
“Ven, sentémonos en la casa, te prepararé algo de beber.” Ricardo parecía no estar tan mal.
Pero yo sabía que solo estaba tratando de no preocuparme y de no mostrarme cómo se sentía realmente.
Su cabello que se había vuelto blanco durante la noche, y eso ya lo decía todo.
“Señor.” Lo detuve: “Lo de Sergio… déjelo ir, se preocupe ni se meta.”
По
Nunca habia sentido tal compasión por alguien, Ricardo en ese momento me Renaba de una pena indescriptible, como si fuera mi propio padre.
La mirada de Ricardo se oscureció un poco diciéndome “Me ha decepcionado tanto, he estado pensando, todo es resultado de haberlo consentido demasiado desde pequeño,
“¿Cómo va a ser culpa suya? Sergio es una persona con sus propias ideas y convicciones, ademas ya no es un niño Traté de consolarlo.
Ricardo no dijo más, pero sabía que no había escuchado. El también era obstinado, aunque por lo general no discutia ni competia, mostrándose siempre amable con todos, especialmente con Sandra, sin importar lo que ella dijera, nunca se alteraba. Pero en su interior, tenía sus propias convicciones, inamovibles por nadie. Nunca imaginé que el matrimonio de Sergio pudiera enfadar tanto a Ricardo, hasta el punto de hacerlo envejecer de la noche a la mañana.
“Cami, siéntate, acompáñame a tomar una taza de café.” Ricardo me quio a sentarme junto a la mesita de café, y luego fue a prepararlo.
Mirando su figura de espaldas, me di cuenta de que su espalda parecia encorvada, y junto con su cabello que habia cambiado repentinamente, parecía un anciano.
“Cami, te prepararé un poco de café colombiano, me lo envió Oliver Castro hace un tiempo, estaba pensando en hacértelo…” La voz del señor Vásquez se detuvo abruptamente.
También se detuvo al abrir la puerta del armario, quedándose inmóvil.
Al darme cuenta de que algo no estaba bien, me levanté rápidamente y le dije: “Ricardo…”
No pude terminar mi frase, porque sabía por qué Ricardo se había detenido. de repente, él también había visto su cabello blanco a través del vidrio de lat puerta del armario.
“Ricardo.” Dije suavemente, agarrando su brazo.
Volvió en sí y luego sonrió, con una sonrisa amarga: “Así que por eso llorabas.”
Esa sonrisa hizo que mi corazón se sintiera aún más pesado: “Ricardo,
como puede, cómo
Mi voz se ahogó de nuevo, siendo incapaz de continuar.
“Ya tengo más de cincuenta, es normal que me salgan canas. Asi Sandra no tendrá que preocuparse de que alguna jovencita se fije en mi, de repente me converti en un anciano, ¿quién me liaria caso? Ricardo se burlaba de sí mismo para hacerme reir.
Pero en ese momento, no podia reir, mi cara estaba presionada contra su hombro, llorando bajito.
Ricardo acariciaba mi cabeza diciéndome: “Ya, no llores, todos