Chapter Capítulo 32
Capítulo 32
“Realmente tienes agallas, sablendo que eres de mi hermano, atreverte a molestarte, es buscar la muerte.”
El que hablaba era Romeo Nortes, el hermano menor de Alejandro, un hombre joven y desenfadado, que no quería seguir con el negocio familiar, asi que entró en el mundo del espectáculo y se convirtió en un actor popular.
Nieve vio a Valentina y le regaló una sonrisa tierna, “Valentina, llegaste.”
Valentina le dijo, “Alejandro me buscaba, ¿dónde está?”
“Valentina, no es mi hermano quien te busca, soy yo,” Romeo se gird, aunque llamaba a Valentina con su nombre, sus ojos estaban llenos de desprecio, “Quiero comer tu pastel, yo le dije a los sirvientes que prepararan los ingredientes, ve yhazlo.”
Romeo siempre habia despreciado a Valentina, pero por respeto a su abuela Lucia, tenía que guardar las apariencias, pero eso no le impedia darte órdenes a Valentina.
Valentina amaba a Alejandro y siempre habia intentado ser la esposa perfecta, cuidando de la familia de Alejandro como si fuera su deber, naturalmente, no rechazaría la petición de su cuñado.
Pero ahora, había decidido dejar a Alejandro, ya no queria complacer a quienes claramente la despreciaban.
Al ver que Valentina no se movía, Romeo se impacientó de inmediato. “¿Eres sorda? ¿No escuchaste lo que dije?”
Valentina queria negarse, pero pensando en que hoy era la cena familiar que Lucia esperaba con más ilusión, no queria amuinarle el momento, así que aguantó y le dijo, “Está bien, voy ahora.”
Nieve miró a Valentina alejarse y le dijo fingiendo preocupación, “Romeo, no puedes hablarle asi a Valentina, ella es tu cuñada.”
Romeo despectivamente le respondió, “Ella no merece ser mi cuñada, Nieve, en mi corazón, tú eres mi cuñada.”
“No digas eso, Alejandro todavía no se ha divorciado, no puede haber nada entre él y yo.”
“El divorcio de mi hermano con ella es solo cuestión de tiempo, pero no me importa, quiero que seas mi cuñada.”
Valentina escuchó claramente su conversación, sabia que Nieve queria que lo oyera.
Aunque ya estaba acostumbrada, y aunque no dolia tanto como lo que Alejandro podría decir, el corazón de Valentina aún dolia.
Habia hecho todo lo posible, pero en el corazón de Romeo, ni siquiera merecia ser comparada con Nieve.
Valentina se alejó rápidamente del salón y fue a la cocina, donde, conocedora del lugar, encontró un delantal y empezó a hacer el pastel.
De pequeña, su abuelo siempre decía que sus manos estaban hechas para curar a las personas, nunca le habia permitido cocinar,
Pero al casarse con Alejandro, comenzó a cocinar, preparando todo tipo de platos y postres, todo para ser vista como una esposa adecuada.
Esta seria la última vez.
Esta seria la última vez que entraba a la cocina de la casa de los Nortes.
A la hora de la cena, todos los miembros de la familia Nortes estaban sentados a la mesa.
Lucía, sentada en el lugar principal, miró el sitio vacio al lado de Alejandro y funció el ceño, “¿Dónde está Valen?
Fue entonces cuando los demás notaron la ausencia de Valentina.
Romeo le dijo despreocupadamente, “Fue a hacerme un pastel, abuela, tengo hambre, comencemos a comer, no hace falta esperarla.”
“Qué falta de respeto, ella es tu cuñada.” Lucia arremetió contra él con el rostro tenso, “Que le hagas cocinar ya es demasiado, pero ni siquiera la llamas para comer, si fuera yo, ya te habria lanzado el pastel en la cara.”
Capitulo 32
Romeo hizo un gesto de desdén, “Abuela, ¿por qué siempre estás de su lado?”
“Una cuñada es como una madre, en los tiempos antiguos, deberías respetarla como a tu madre.” Lucia le dijo
seriamente.
Romeo resopló, “Ella no lo merece.”
“¿Qué dijiste?”
“¿Acaso me equivoco?” Romeo se enfureció de repente, “Ella misma empujó a Nieve por las escaleras, haciendo que ahora Nieve todavía esté en silla de ruedas. Una persona con intenciones tan malévolas no merece poner un pie en eşta casa. Y usted me pide que la llame Valentina con todo respeto, ¡qué ridiculo!”
“Tú…” Lucía se enfureció hasta palidecer, “Ya dije que hoy nadie debe mencionar el asunto de Valen en prisión, ¿mis palabras te entran por un oido y te salen por el otro?”
“Abuela, es la verdad, ¿de qué sirve hacerse el desentendido?”
“¡Aún te atreves a hablar!” Lucía miró hacia Alejandro, “Alejandro, ve a llamar a tu esposa para cenar.”