Chapter Capítulo 296
Capitulo 296: ¡Hasta la Próxima!
Valentina la interrumpió antes de que pudiera terminar.
Lucia funció el ceño y la miró. Valentina dejó lo que estaba haciendo, se acercó a Lucía y con una voz que sonaba a advertencia, dijo.
El abuelo despertará, asi que cuidado con lo que dices.
Aunque su voz era suave, Lucia pudo percibir una amenaza velada, como si Valentina estuviera lista
para darle una bofetada si continuaba con sus palabras desafortunadas. Esa sensación de estar siendo
reprimida irritaba profundamente a Lucia.
Desafiante, Lucia sostuvo la mirada de Valentina.
-Estoy diciendo la verdad. Si no despierta, ¿cuál es la diferencia con estar muerto?
Antes de que pudiera terminar, Valentina levantó la mano sin vacilar y le propinó una bofetada a Lucia. El sonido resonó en toda la habitación, dejando a Lucia completamente desprevenida. El dolor y la ira
ardian en su rostro.
Lucia la miro, incrédula de que Valentina realmente la hubiera golpeado.
-¿Sabes dónde estamos?
-Si, lo se–respondió Valentina con calma.
Lucia empezó a decir, pero Valentina la interrumpió con una sonrisa fría.
-Así que, ¡mejor piensa bien lo que vas a decir!
Valentina estaba dispuesta a reprenderla alli mismo si sus palabras eran hirientes, incluso en un
hospital. Lucia mordió su labio, mirando cómo Valentina volvia junto a la cama de don Raúl para
continuar cuidándolo, sintiendo una profunda animosidad pero sin atreverse a decir nada más.
-Si no tiene nada mejor que hacer, señorita Valenzuela, podría ser buena idea regresar a la Villa Valenzuela para buscar pistas sobre cómo fue que el abuelo se cayó aquel dia -dijo Valentina con
serenidad.
Durante ese tiempo, todos habian estado pendientes del estado de salud de Don Raúl en el hospital dejando de lado los misteriosos acontecimientos que rodearon la fiesta de cumpleaños.
Lucia miró a Valentina con una mezcla de emociones. Después de un largo momento, lanzó una mirada furtiva hacia la espalda de Valentina antes de salir de la habitación del hospital y dirigirse directamente
a la Villa Valenzuela.
Al llegar, ordenó a Federico que reuniera a todos los sirvientes que hablan estado presentes ese día, asi como al personal contratado para el evento. Incluso solicitó revisar las grabaciones de las cámaras de
seguridad del vestibulo y el gran salón.
Mientras tanto, en una habitación oscura y sombría. Aitana despertó, sintiendo su cuerpo dolorido.
Habla despertado Innumerables veces en los últimos días, y cada vez se encontraba con una nueva ola de amenazas y dominación.
Esta vez, en cuanto tomó conciencia, saltó de la cama y se apoyo cautelosamente en una esquina. mirando a su alrededor. Era de noche y la habitación estaba a oscuras. Después de acostumbrarse a la penumbra, Aitana examinó el lugar. No vio a ningún hombre, pero aún así no se atrevió a bajar la guardia. Miró hacia posibles lugares para cámaras ocultas y llamó con timidez:
-¿Dónde estás? ¿Dónde estás, sal!
Pero tras su llamado, el miedo la envolvió de nuevo. Si esa persona realmente estaba alli y salia, sabla muy bien con lo que se encontraría.
Afortunadamente, no hubo respuesta. Aparte de ella, no se escuchaba ningún otro sonido en la habitación. Finalmente, Aitana se sintió un poco más tranquila.
Encendió la luz y un enorme espejo reflejó su figura claramente. Al verse, no pudo evitar gritar al descubrir las marcas moradas y azules en su cuerpo. Antes de cada asalto, el hombre le hacia beber un extraño líquido que la dejaba indefensa, con la visión borrosa y la memoria nublada. Aunque sus recuerdos eran confusos, los eventos eran dolorosamente claros.
La humillación se esparcía desde lo más profundo de su ser. Aitana apretó los dientes y cerró sus puños con furia, sus ojos se llenaron de rabia. ¡Ella, la preciada hija de la familia Valenzuela, habla sido
tratada de tal manera!
¿Quién era ese hombre? Aitana se esforzó por recordar, pero no pudo encontrar ninguna pista.
De repente, Aitana vio una nota sobre la mesa, garabateada con unas pocas palabras:
[Tu entusiasmo es contagioso, me has dejado más que satisfecho. ¡Hasta la próxima! ]
Firmada con un dibujo de una carita sonriente, lo que le provocó un escalofrio por todo el cuerpo.
-¡Ah!
Aitana, en un arranque de frustración, rompió la nota en pedazos. El tal no mencionaba nada sobre
aquel video, solo decia «hasta la próxima lo cual era bastante claro. ¡La haba engañado! Planeabal usar ese video para seguir chantajeándola, obligándola a hacer más cosas que queria hacer. Aitanal estaba furiosa.
Se apresuro al baño para asearse un poco, se puso la ropa que había llevado anteriormente y salió de la habitación como si estuviera escapando. Al pasar por una farmacia, Aitana, aún inquieta, entró a comprar algunos medicamentos y los tomó de inmediato antes de apresurarse a tomar un taxi y alejarse.
Lo que ella no sabia era que, en cuanto subió al taxi, Noah apareció fuera de la farmacia. Vestido de
negro y con un sombrero, bajo la cabeza, ocultando casi por completo su rostro.
-Vaya, Aitana, al final no contias en mi–Noah dijo con un tono entre la burta y et autodesprecio. Pero en un instante, su mirada se tomó fría y sombría.
De repente, su teléfono sono. Al ver el numero familiar en la pantalla, contesto de inmediato con la vor baja, intentando que ella no detectara ninguna fisura en su tono.
-¿Qué quieres?-respondió.
No cumpliste tu palabra!
Altana, mordiendose el labio de rabia, lo acusó. Habla salido tan apresuradamente que se olvido de que
aun tenia ese número.
-¿Y que si no lo hice? Tranquila, siempre y cuando pueda verte de nuevo, nadie más verá ese video. Pero claro, eso significa que tienes que ser obediente–su voz sonaba casl fantasmal.
A regañadientes. Aitana cerró los ojos y colgó el teléfono. Después de un momento, abrió los ojos, como si hubiera tomado una decisión, y le dio al conductor la dirección de la Villa Valenzuela. No podía
quedarse de brazos cruzados.
Así que, en lugar de ir al hospital, decidió dirigirse a la Villa Valenzuela, esperando encontrar alguna
pista sobre este hombre. Estaba determinada a exponerlo.
Al llegar a la Villa Valenzuela, el aspecto del vestibulo la sorprendió.
-¿Aitana, has vuelto? -Lucia, al ver a Aitana, recordó que había estado ausente estos días.
Inmediatamente, una sombra de duda cruzó su mirada mientras examinaba a Aitana-. ¿Dónde has
estado estos días?
¿Cómo podría compartir lo que había vivido estos días con alguien más? Deseaba borrar esos días humillantes de su memoria. Pero frente a Lucia, no podia mostrar ninguna debilidad.
-Fui a un templo a rezar por mi abuelo, para pedirle a la divinidad que lo proteja. ¿Cómo está él— ha mejorado? -Aitana preguntó cautelosamente, sin revelar demasiado de sus emociones.
-Abuelo sigue inconsciente. No sabemos cuándo despertará.
Lucia la miró con sospecha. ¿Rezar? ¿Pedir bendiciones divinas? Desde cuando la familia Valenzuela creía en esas cosas. Al notar las manchas en la ropa de Aitana, Lucia frunció el ceno.
¿Qué te pasó?
Mientras hablaba. Lucía tomó con preocupación la muñora de