Chapter Capítulo 21
Capítulo 21
En la entrada del hospital, Hilario estaba sentado en el auto, con muchas colillas de cigarro esparcidas en el suelo. Después de colgar el teléfono, su mirada se posó en la puerta del hospital con un poco de preocupación. Después de un momento, tiró la colilla en su mano y salió del auto para entrar al hospital.
Al abrir la puerta del pabellón de Eliana, la vio acostada en la cama con el rostro pálido y la mirada fija en el techo.
¿Por qué ella parecía tan enferma, como si estuviera a punto de morir?
Frunció el ceño y preguntó:
-¿Así es cómo te cuidas a ti misma? ¿Te desmayaste solo por un sangrado nasal?
El rostro de Eliana se tensó y, sin decir una palabra, giró la cara hacia el otro lado y miró por la ventana.
Hilario se veía un poco avergonzado. Sabía que la había malentendido antes. Vaciló un momento y dijo:
-Mañana ve a hacerte un chequeo completo..
-No quiero respondió Eliana descuidadamente con voz ronca.
Al escucharlo, el rostro de Hilario se oscureció. Y la compasión que había comenzado a sentir por ella desapareció al instante. Dijo fríamente:
cont
-Solo haz lo que quieras con tu propio cuerpo.
Hilario se dio la vuelta con impaciencia.
-Tos, tos, tos…-se escucharon las toses de Eliana detrás de él.
La mano del hombre, que estaba a punto de abrir la puerta, se detuvo por un momento. Dijo
con indiferencia:
Que descanses en el hospital. No tienes que ir a la empresa estos días.
Después de terminar de hablar, se fue y cerró la puerta. La habitación volvió a sumirse en el silencio, y Eliana cerró los ojos con una sonrisa amarga. La intención de las palabras de Hilario
no era más que tratar de hacerla recuperarse lo antes posible, y para que pudiera ser la donante de médula ósea de Deva. Volvió a sentir la amargura en su interior. Levantó la mano y se cubrió el pecho.
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Después de atardecer, Teresa y Marc vinieron a visitarla.
Cuando Eliana los vio, Eliana forzó una sonrisa:
-¿Han venido a visitarme?
-¿Cómo te sientes ahora, Eliana? Estás tan pålida… -exclamó Teresa, dejando su bolso y casi arrojándose llorando hacia la cama.
Al ver que sus ojos todavía estaban rojos, Eliana supo que Marc debería haberle contado su situación de la enfermedad.
-No llores más. Estás tan fea–bromeó Eliana mientras tomaba la mano de Teresa.
Sin embargo, al escuchar sus palabras, Teresa empezó a llorar aún más fuerte. Mientras lloraba, se quejó:
-Eliana Dolores, ¿por qué eres tan estúpida? ¿Cómo puedes soportar todo eso sola?, ¿Sabes lo mal que me siento en este momento? Y el desgraciado de Hilario, ¿cómo puede dejarte aquí sola sin acompañarte? ¿Es eso lo que se espera de un esposo?
Eliana forzó una sonrisa amarga y respondió en voz baja:
-Él no sabe de esto y no quiero que lo sepa.
Hilario no aceptó divorciarse de ella porque quería que ella fuera la donante de médula ósea de Deva. Sin embargo, ella no quería morir en la mesa de operaciones. Quería salir de aquí e ir a un lugar lejos.
Eliana parpadeó con fuerza para contener las lágrimas que casi iban a caer. Miró al hombre que se sentó a un lado con mucha calma. Le dijo:
-Marc, quiero irme de la ciudad.
Marc se sorprendió ligeramente, y luego respondió sonriendo suavemente:
-Está bien, te llevaré lejos.
Al siguiente segundo, la voz decidida de Teresa resonó:
-También te ayudaré a escapar, ¡solo dime qué debo hacer!
En los siguientes dos días, Eliana no volvió a ver a Hilario. Cada día comía la comida que le enviaban los sirvientes de la familia Lucero, disfrutando de una vida muy relajada.
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Pero pronto, su estado relajado fue interrumpido nuevamente.
Ese día, después de encontrar una casa, Marc llegó al pabellón de Eliana con una expresión alegre. Sin embargo, al abrir la puerta, en lugar de ver a la mujer acostada en la cama, escuchó el sonido de vómitos proveniente del baño. Se apresuró a acercarse a la puerta del baño y tocó suavemente, con una expresión preocupada:
-Eliana, ¿cómo estás?
-Estoy bien, pero tengo un poco de malestar en el estómago -respondió Eliana.
Sacudió ligeramente la cabeza mareada y salió del baño tambaleándose. Apenas abrió la puerta, vio a Marc de pie en la entrada, con una expresión ansiosa. Ella le sonrió ligeramente y lo reconfortó:
-No te preocupes. De verdad estoy bien.
-Estabas vomitando, pero no logró vomitar nada, ¿verdad? -preguntó Marc mirando a la mujer pálida, mientras la llevaba de vuelta a la mesa.
Eliana asintió ligeramente y se acostó en la cama. Respondió:
-Si, y no sé por qué. Estos días siempre me siento mareada y, a menudo, me da náuseas.
Al escuchar esto, Marc se puso rigido y su corazón se dio un vuelco repentinamente.
Eliana notó su preocupación y le preguntó mirándolo;
-¿Qué estás pensando? Dime lo que piensas,
Marc apretó los labios y pronunció su conjetura con dificultad:
-Siento que… es posible que estés embarazada. Sería mejor que te hagas un chequeo cuando tengas tiempo.
Tenía una expresión tan seria que su voz también se volvió pesada:
-Si eso es cierto, tu situación actual tampoco está en condiciones de tener un bebé. Tendrías que tomar medidas lo antes posible.
Eliana se quedó atónita. Bajó la cabeza y colocó la mano sobre su vientre, murmurando:
-¿Estoy embarazada?
¿Realmente estaba esperando a un bebé? Se había casado con Hilario durante tres años. En realidad, había estado esperando tener un bebé con él. Pero ahora…
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Si realmente estaba embarazada, ¿serfa capaz de tomar la decisión de abanonarlo…?