Chapter Capítulo 39
Capitulo 39
Sana se quedó paralizada al escuchar esas palabras.
Carolina continuó con su argumento, que parecia razonable pero era en realidad una manipulación descarada: “Con tu primer puesto en la Estrella de las Matemáticas a nivel nacional, seguro que te irá bien en la olimpiada de matemáticas y conseguirás una beca directa. Participar en la olimplada de fisica seria solo para añadir un logro más. Pero si tu prima logra estar entre los primeros sesenta en fisica a nivel nacional, también podría obtener una beca. Que las dos primas Avilés consigan una beca seria un bello tema de conversación“.
Nieves se dejó convencer: “Asi es, de esta forma, nuestra familia también podria deshacerse de la fama de nuevos ricos. Sana, mañana mismo cancela tu inscripción al curso de preparación para la competencia de
fisica“.
Sana les miró con indiferencia a los tres durante unos instantes, luego dijo pausadamente: “Hay becas para los primeros sesenta“.
Lo que significaba que, aparte de ella, habia cincuenta y nueve lugares más.
Bianca era buena en física, pero no estaba al nivel de ser la primera a nivel nacional, asi que realmente no había una cuestión de ceder el lugar o no.
Carolina sonrió: “Pero si hay un competidor menos, hay más posibilidades, ¿no es asi, Sanie? ¿Estás de acuerdo? Si no, puedo regalarte otro bolso Hermès“.
“¿Regalar qué? ¡Con ese dinero mejor le compramos un vestido nuevo a nuestra Bianki!” Nieves murmuro a su lado: “Somos una familia, deberiamos ayudarnos entre nosotros. ¡Así se hará! Sana, ¿me escuchaste?”
Sana respondió con lentitud: “Te escuché“.
Nieves mostró una rara sonrisa: “Eso está mejor…”
pero no estoy de acuerdo“.
La sonrisa de Nieves se congeló en su rostro: “¿Qué?”
Sana no la miró más, devolvió la caja de regalo a Carolina y se dirigió hacia las escaleras.
Nieves maldijo con ira: “¡Es una ingrata que no conoce la bondad! Siempre supe que solo traería desgracias a la familia. ¡Y su madre, que ni siquiera puede llevar la contabilidad correctamente, sigue causando problemas! Carolina, ahora que has vuelto, deberias tomar el control de la casa“.
La mirada de Carolina titilo: “Mamá, hablaremos de eso después“.
Sana, que estaba a mitad de las escaleras, se detuvo al escuchar eso y preguntó a la empleada que limpiaba en el segundo piso: “¿Dónde está mi mamá?”
“Está en el jardin trasero“.
Sana asintió pensativa, subió a dejar su mochila y bajo para dirigirse hacia alli.
Alondra estaba a punto de tener un fuerte dolor de cabeza.
Las cuatro personas en la cocina se culparon entre sí por el asunto del desayuno, y al final no pudieron descubrir la verdad, Alondra simplemente les descontó medio mes de salario a todos y ascendió a Laura al puesto de supervisora de cocina. Si volvía a suceder algo, irian directamente con Laura.
Esta medida, que Josué utilizaba en la empresa, resultaba igual de efectiva en casa.
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Capitulo 39
Pero a lo largo del dia, parecia que la casa se habia vuelto un caos.
Habia estado tan ocupada que ni siquiera habia pisado el suelo, y ahora estaba comparando las cuentas de agosto con los gastos de septiembre.
El encargado de las finanzas era el sobrino de Nieves, Jacob, un hombre de más de cuarenta años que no respetaba a Alondra. Con una sonrisa condescendiente, le informaba:
…Señora, mire esta página, son los gastos diarios. El precio de cada huevo es de 2.8 pesos, la familia necesita cincuenta al dia para comer, al igual que el personal y para la fiesta de comienzos de mes, se utilizaron 89 huevos para hacer pasteles. Además, los huevos son dificiles de almacenar, hay pérdidas durante el transporte, con un indice de desperdicio del dos por ciento. Aqui está el gasto de los huevos, y también de las verduras, la carne de cerdo, la carne de res, la carne de pollo… ¿Señora, lo anotó todo?”
Alondra se frotó las sienes: “Dime solo el total“.
Jacob mencionó una cifra exagerada.
Alondra frunció el ceño, pensando que la familia no podia estar gastando tanto dinero, pero Jacob solo daba precios detallados o decía el total para que se aprobara el gasto. ¡No colaboraba en absoluto!
Jacob incluso la amenazó: “Señora, así era como lo manejaba la señora antes, y nunca hubo problemas en todos estos años. Mire, ya está oscureciendo, apruebeme el dinero para el próximo mes para que pueda hacer los arreglos. Si no, se retrasarian los asuntos del mes que viene, y el señor se enfadaria de nuevo“. Mañana sería primero de septiembre, y si no pagaba ahora, Jacob sería capaz de cortar los suministros mañana y culparla a ella.
Alondra estaba tan enfadada que le dolía el pecho.
Jacob esbozaba una sonrisa de triunfo: había estado manejando los gastos de la familia Avilés durante años, y habia sacado bastante provecho de ello.
¿Que una recién llegada Alondra esperaba que redujera los gastos diarios? ¡Imposible!
Al ver que Alondra no cedía, Jacob comenzó a despreciarla: “Señora, apúrese. Por todas partes hay quien espera su dinero. Si no puede con ello, mejor devuélvale la administración a la señora Nieves“.
El rostro de Alondra se volvió pálido ante la burla.
Mientras Jacob se regodeaba, una voz fría y clara resonó: “El total de los huevos es de 8825.71429 pesos“.
Jacob: ¿?
Se volteó y vio a Sana caminando lentamente hacia ellos.
La chica vestía el uniforme escolar, su cola de caballo ondeaba detrás de ella, y cada paso que daba imponia una presión inexplicable.
Sana, con los ojos bajos, se paró al lado de Alondra, como protegiéndola, y miró a Jacob: “Ahora puede continuar con las verduras“.
Jacob no creía lo que estaba sucediendo: comenzó a hablar: “Las verduras son más complicadas de calcular, ya que solo comemos orgánicas y son más caras. Además, los precios cambian todos los días, el dia primero espinacas por kilo, brotes de bambú por dos kilos…”
Habló durante cinco minutos sin pausa, enumerando un mes entero de verduras. No solo Alondra se sentia confundida, sino que él mismo estaba mareado. Sana, que reaccionaba con lentitud, debía estar aún más perdida, ¿verdad?
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Capitulo 39
Pero casi al instante de que terminara de hablar. Sana le dio un número exacto.
Jacob estaba atónito y abrumado por la sorpresa.
Sana dijo inexpresivamente: “Continue”
Jacob comenzó a sudar frio.
¡La chica calculaba más rápido que una computadoral
Secándose el sudor y bajo la presión de Sana, siguió enumerando más articulos.
Media hora después, estaba temblando, pues los problemas en los libros de cuentas eran evidentes.
Había calculado mal el tiempo; creyó que Alondra no tendría suficiente para revisar los libros y no se habla preparado lo suficiente. Pero ahora…
En una hora y media, Sana habla recalculado los libros de cuentas y descubierto que Jacob habia estado reportando ochocientos mil de más cada mes.
Alondra tomó los libros y se fue, dejando a Jacob sentado en el suelo.
Sana no prestó mucha atención a lo que pasó después.
Terminó la cena y, mientras estudiaba, escuchaba a lo lejos los gritos de ira de Florencio y las suplicas de Nieves.
Al día siguiente, Alondra le informó que Jacob habia sido despedido.
Los allegados directos de Nieves habían sido destituidos, y nadie en la familia Avilés se atrevía a causar más problemas.
Sana asintió con la cabeza y se fue a la escuela.
Como siempre, se bajó en la tienda de abarrotes, comió su desayuno y tomó la mano de Uriel por dos minutos, sin dirigirle ni una mirada.
Una vez que el dolor en su pecho cesó, Sana se levantó con el rostro frio para irse, pero entonces, Hugo habló de repente: “Esa cosa extraña que te sucedió, ¡no fue culpa del jefe!”
Aloir esto, Sana giró lentamente la cabeza: “¿Qué… qué dices?”
Hugo ya no podía más.
Desde que Sana había dejado de hablarle al jefe, él andaba con cara de pocos amigos, y a Hugo le era insoportable seguir trabajando en la tienda.
¡Hoy tenía que aclararlo, no podía dejar que Sana sigulera malinterpretando las cosas!